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Acompañaba a su esposa a tomar el colectivo y lo mataron de un balazo en barrio Ludueña

Written By Charles Francis on 11 junio 2016 | 12:16

Juan Aguirre iba junto a Norma como todos los días hasta Larrea y Córdoba. Dos ladrones los atacaron en un intento de robo.

"Quiero pensar que todo esto es una pesadilla de la que me voy a despertar. Y Juan me va a mirar y me va a hablar. Porque después de que le pegaron el tiro, no me habló más. No sé cómo voy a hacer para seguir". Norma es la viuda de Juan Aguirre, el hombre de 46 años que ayer a las 5.45 de la mañana fue asesinado en Larrea al 500 mientras acompañaba a su esposa a tomar el colectivo que la llevaría a trabajar. "Juan llevaba un pequeño machete escondido en el antebrazo, dentro de la campera. Pero en ningún momento vi que él sacara el machete. Lo que pasó es que cuando los ladrones ya se iban, él los corrió. Yo le decía: «Juan, dejalos que ya se van». Fueron seis o siete pasos. Entonces uno de los choros se dio vuelta y gatilló tres veces. Las dos primeras balas no salieron. Pero el tercer disparo le pegó en el pecho. Después no me habló más", explicó la mujer antes de romper en llanto.
Juan y Norma llegaron a barrio Ludueña hace 26 años, un año después de haberse casado. Son oriundos de un pequeño poblado cercano a Goya, en Corrientes. Tienen dos hijos. Una adolescente de 17 años y un muchacho de 22 que está a punto de terminar sus estudios en ciencias económicas. Se afincaron en una humilde vivienda de pasillo en Tucumán al 5300. Una casa con patio de pasto cuidado por un perro callejero recuperado. Una zona de Ludueña donde las vías comienzan a describir una "U" que sólo se rompe por el cruce vehicular de calle Urquiza. La vía es el límite visible de la descomposición social de un barrio laburante. Un límite que tiene decenas de pases peatonales, como el que hay en calle Larrea, y que vinculan la zona de clase media trabajadora con la villa.
La rutina final. Norma recordaba que cuando llegaron a Rosario, Juan se empleó en una fábrica. Pero a los pocos años logró entrar como empleado de la Asociación Israelita, donde llevaba 23 años de servicios. "Todos los días hacíamos la misma rutina. El me acompañaba a tomar el colectivo a las 5.45, porque yo hace 12 años que trabajo como empleada doméstica en zona sur. Siempre hacíamos el mismo camino hasta calle Córdoba, donde tomo el colectivo. Pero él me dejaba en la parada y se volvía a casa para llevar a nuestra hija a la escuela e irse a trabajar. El era empleado de la Asociación Israelita. Podía trabajar en el cementerio como en otros lugares", explicó Norma, en el patio de su casa bañado por el sol. Por su origen, para muchos vecinos Juan era "El correntino".
Como en buena parte del conurbano rosarino, los vecinos están hartos de padecer la inseguridad de los arrebatos, los robos y las entraderas. Ya nadie disimula ante nadie que andan armados y que ya no creen en el Estado como el garante de su seguridad. Cuentan con normalidad que los hombres acompañan a sus parejas, hijas o parientes hasta la parada del colectivo. Y que van armados. Juan no pudo escapar a esa lógica de seguridad autogestionada. Y para proteger a su esposa llevaba un pequeño machete de unos 20 centímetros de hoja disimulado dentro de la manga de la campera. "Yo siempre escuchaba que robaban, pero nunca a la hora en que nosotros salíamos. Siempre era más tarde", recordó la mujer.
Sorprendidos. La mala fortuna de Juan y Norma comenzó a escribirse pasadas las 5.30, unos minutos antes de que comenzaran su caminata de 400 metros hasta la parada del colectivo. A la hora señalada dos jóvenes ladrones merodeaban una panadería de San Lorenzo entre Larrea y Camilo Aldao esperando que llegara un repartidor de lácteos. Poco antes de las 5.45 el camión llegó y los delincuentes actuaron. Pero algo les falló y fueron puestos en fuga. Corrieron y doblaron por Larrea al oeste. Ahí se toparon con Juan y Norma.
"Nos sorprendieron. Uno de ellos, más gordito, estaba súper pasado. El otro, que llevaba el arma, no. Nos apuntaron y me pidieron el bolso. «Que llevás ahí». Le dije que llevaba ropa de trabajo y se lo di. Entonces fueron contra mi marido. Le pidieron el celular y él les dijo que no tenía. Mi miedo era que le encontraran el machete y nos atacaran con eso. Pero el que tenía el bolso me lo dio y salieron a correr. Juan salió atrás", comentó Norma. "Yo le gritaba. «Juan no. Dejalos. Ya se van». Fueron seis o siete pasos. Uno de los pibes se dio vuelta y comenzó a gatillar. Cuando pasaron dos «clack», me dije no tiene balas. Y entonces, al gatillar la tercera vez, se escuchó la detonación", rememoró. Juan cayó en la bocacalle de Larrea y pasaje Pessan. Mientras los delincuentes se perdían en la oscuridad, Norma gritaba y sostenía a Juan.
Vecinos cansados. "Estábamos con mi esposo a punto de desayunar cuando escuchamos los tiros. Al salir a la calle vimos que lo habían matado a El correntino y que la mujer corría gritando: lo mataron a mi marido", indicó una vecina.
"Escuché el disparo y lo primero que pensé fue en mi hijo, que siempre vuelve de trabajar a las 3.30. Salí en calzoncillos, como estaba. Cuando me di cuenta que no era me cambié y salí para ayudar", indicó Fernando, otro vecino de la cuadra. La policía tardó 30 minutos en llegar y la ambulancia superó los 45, dijeron los habitantes del lugar.
El fiscal Rafael Coria se hizo presente en la escena del crimen. A lo relatado por la viuda de Aguirre, el fiscal explicó que efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI) peinaron la zona buscando cámaras de vigilancia privadas para tratar de reconstruir el ataque. También remarcó que el asesinato se desencadenó en un intento de asalto y que los responsables del ataque "huyeron a pié hacia una villa cercana".
Ultimo deseo. "Hace tiempo que yo le decía: «Vámonos a vivir a Córdoba». Porque uno de mis cuñados vive en La Calera. Todas las vacaciones hablábamos de lo mismo. El me decía que pensara de qué iba a trabajar. Yo le decía que eso no importaba. Que nos íbamos a acomodar. Que yo me arremangaba, como hice siempre. Mi hijo mayor me había dicho que cuando se recibiera nos íbamos a ir a La Calera. Pero no nos dio el tiempo", reflexionó Norma. "La verdad es que no sé cómo vamos a hacer para seguir. Me quedé muy sóla. Me quedé con la sensación de que los choros ya se iban y a Juan lo venció la indignación. Los salió a correr y lo mataron. No vi que tratara de usar el machete, aunque después estaba tirado al lado de él", dijo con amargura la viuda de Juan Aguirre.
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