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El Tranvía al Oeste

Written By Charles Francis on 04 marzo 2010 | 14:11

En “tranway” al Oeste...
Eran tiempos de cambios aquellos del 900, cuando Juárez Celman gobernaba el país y los “cívicos” se preparaban para la revolución del 93.
Alem alborataba en los atrios de las iglesias, las chatas mandaban en los corralones y las mozas salían a las veredas a escuchar el organito. La ciudad tenía 50.000 habitantes, se estrenaba la zarzuela “La Verbena de la Paloma” o se aclamaba a Regina Pacini en los teatros de la ciudad cuando Don Nicasio Vila obtenía la concesión para explotar el servicio de tranvías a caballos al oeste de la ciudad. Inaugurada el 8 de diciembre de 1889, se denominaba “Compañía de Tranways del Oeste”.

Como en los versos de Nicolás Olivari: “ Aburrido carro de hierros económicos/- diez centavos de ruidos a hierro viejo-/ maderas nostalgiosas de bosques; lacónicos edictos municipales y un higiénico consejo./, el “tranway” se esforzaba por la calle Mendoza hacía el Oeste. Callejón abierto hacia la pampa y los atardeceres encendidos, con más yuyos que casas. Después de la calle Plata ( hoy Ovidio Lagos) dejaba atrás las vías del Central Argentino y comenzaban las quintas, los callejones con almacén y despacho de bebida, cancha de bochas, carreras cuadreras y policía brava. Las viscacheras y los hornos de ladrillos venían después, con los montes frutales y los alfalfares. El viajero incidental, un suicida, dos mujeres con violines, un inmigrante, veían detenerse el tranvía frente a la barrera del Ferrocarril Central de Córdoba.

Un guardabarrera inmaterial saludaba el paso y los pibes le cantaban: “...que suba las barreras, que pase la farolera...”...Las sesenta cuadras del servicio se cubrían con tres coches, once empleados y un plantel de caballos chúcaros que de pronto se negaban a seguir arrastrando el coche, dejando a los pasajeros en cualquier parte de la línea hasta llegar el coche siguiente. De este modo el viaje hasta el pueblo se extiende a una hora o más. En ese oeste, con ganas de suburbio fundó el mismo Nicasio Vila, el pueblo “Eloy Palacios”, luego Barrio Vila y hoy Barrio Belgrano.

“...Acompaño a la presente un plano con la traza del nuevo pueblo que deseo fundar estando en él determinadas las calles, boulevares y plaza...” dice la nota dirigida por Vila al intendente con fecha 27 de mayo de 1889.- (foto Nieta de Vila 2000). Pronto el pueblo tuvo escuela, comisaría y plaza con cerco y ecualiptus. Una banda de música amenizaba las reuniones sociales y recorría, tocando , las chacras y las quintas. Los días domingos y feriados servicios especiales de “tranways” o trenes con paradas en la estación del Ferrocarril Central Argentino, línea de Rosario a Peyrano, y que se llamó Estación Barrio Vila, trasladaban a los adquirientes de lotes que se ofrecían en la nueva urbanización.

Un folleto de 16 páginas a color, editado por la casa de remates Bacigaluppi y Rua en 1909 dice en su frente: “El Barrio Vila en la ciudad del Rosario de Santa Fe cruzada en toda su extensión por la Avenida Mendoza, con doble vía de tranvía. Venta en 80 mensualidades. Sin interés. Bases 5 y 8 $ por lote. El sábado 11 de diciembre a las 8 de la noche en nuestro salón de ventas Córdoba 820, Rosario, con proyecciones luminosas. El domingo 12 de diciembre a las 3 de la tarde, sobre los mismos terrenos, donde habrá carpa, música, sillas, instalación de ventiladores. Tren y Tranvía GRATIS”.

A través de sus páginas se van mostrando las bellezas edilicias de la zona: la estación Barrio Vila del F. C. C. Argentino, la escuela fiscal, el colegio de las Hermanas, una vista de la plaza y otra de los tranvías circulando por la Avenida Mendoza aún sin pavimentar. (foto Reloj de las 4 plazas 1950) Rosario tiene un oeste surcado por las vias un oeste de ferrocarriles y estaciones. En terrenos que fueran propiedad de Don Juan Canals, con extensión hasta el Río Paraná, el Señor Degreef fue autorizado hacia 1904 a urbanizar una porción de dicha lonja, desde el límite oeste del Arroyo Ludueña hasta poco antes de las vías de Ferrocarril Central Córdoba y Rosario..Esta Empresa estableció tres estaciones en la Zona: La Estación Empalme Graneros. Ubicada entre las calles José Ingenieros y Almafuerte. El edificio fue destruido durante un incendio en el año 1969.-

La Estación Sorrento. Ubicada entre Gambeta y Olivé. Nuevo Alberdi.ubicada en el barrio del mismo nombre. La extensión de la lonja hacia el Río Paraná se urbanizó al año siguiente como Barrio Arroyito, conocido posteriormente como Barrio Larrea, éste tardó muchos años en ocuparse, desarrollándose primeramente el sector este, identificado como EMPALME GRANEROS, próximo a la barriada obrera de Arroyito. En el año 1936 se autorizó el loteo del complementario de la lonja hasta el límite del Municipio, para sectores de quintas y lotes menores.

En noviembre de 1907, sobe la vía principal a Tucumán ( actual traza de la Avenida de la Travesía), el Ferrocarril Central Argentino, luego Bartolomé Mitre, instaló una estación que recibió el nombre de : ARROYITO, el edificio estaba ubicado entre las calles Juan B. Justo y Avenida Génova y se destinaba a captar el tráfico de pasajeros motivado por el loteo de los terrenos circundantes. El edificio todavía puede apreciarse en el centro de la Avenida rodeado de viviendas precarias.-

Arquitectura Inglesa en un pueblo suburbano.
Fisherton: un trasplante directo.
El trasplante del sistema ferroviario desde la Europa industrial hacia Latinoamérica se operó en forma directa, nos dice el Arquitecto Jorge D. Tartarini en su libro “Arquitecura Ferroviaria”. En efecto, ese trasplante supuso un proceso de transculturación y transferencia tecnológica y estilística que se extendió a todos los elementos componentes: proyectos, estructuras, materiales, equipamiento, infraestructura complementaria, edificios ( estaciones, talleres, viviendas para el personal, barrios y aldeas). De este modo la arquitectura ladrillera de tipo inglés, hecha con ladrillos de prensa formo parte del paisaje en ciudades y pueblos de todo el país.

El ferrocarril y luego el tranvía incidieron directamente en la expansión de las ciudades generando a lo largo de sus recorridos nuevas localizaciones residenciales que contribuyeron a descongestionar las áreas centrales con la población hacinadas en conventillos e inquilinatos, donde frecuentemente se producían focos epidémicos de fiebre amarilla o cólera. Esta circunstancia hizo que las familias acomodadas eligieran las zonas suburbanas para instalar sus quintas de veraneo, lugares mejor ventilados y con un paisaje casi rural. Otra circunstancia que dio nacimiento a estos pueblos fue la expansión de las grandes empresas ferroviarias. El Ferrocarril Central Argentino construyo talleres en Rosario y Pérez para reparación de coches y vagones en los primeros y para locomotoras en la segunda localidad. El funcionamiento de los mismos hizo necesario la llegada de ingenieros, funcionarios y técnicos ingleses para los cuales se construyeron barrios o pueblos para su alojamiento, en Perez, Rosario ( Batton Cottage) o Fisherton.

Fisherton, Lomas de Zamora, Banfield y Temperley, en Buenos Aires, se constituyeron en localidades donde pronto se radicó la colectividad inglesa, con residencias de fin de semana o vivienda permanente en el caso del personal de las empresas. De inconfundible estilo ingles con elementos Tudor, este modelo sería repetido en la edificación de residencias en las localidades veraniegas.

En el caso de Fisherton los terrenos fueron adquiridos por la Empresa Central Argentino en el año 1889. En ellos el Ingeniero Henry Fisher, principal director financiero y jurídico de la Compañía trazó los planos del barrio. Durante el año 1890 la Empresa habilitó la Estación, cuya denominación fue cambiada a partir de 1948, año en que comenzó a llamarse Antártida Argentina.

Con la inauguración comenzó a tomar cuerpo la idea de urbanizar los terrenos linderos y en 1905 la firma “Guerrico y Williams” por orden y cuenta de la Empresa Ferrocarril Buenos Aires y Rosario dispuso la venta en remate de 64 manzanas.-

De aquella gente transitando estaciones y vagones solo nos queda el recuerdo vago, hoy ,ya se sabe solo transitan trenes de carga y pocos.

Cosas del progreso…
Texto: Ernesto A. Ciunne
Fotos: Colección Wildemar Bengochea
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