La historia de un pesado poco conocido en la Justicia

La historia de un pesado poco conocido en la Justicia

Daniel Vásquez estuvo ligado a la barra de Newell’s y está vinculado a los Cantero. Su nombre aparece reiteradamente en el mapa narco de la zona sur.

Leocadio B., un hombre de 45 años con domicilio en Capitán Bermúdez, contó que nada pudo hacer para frenar y así embistió con su viejo Chevette el Peugeot 405 de un muchacho gordo y grandote. Aquella tarde de jueves de febrero de 2005 sintió en carne propia en Maipú y Garay la furia de ese joven: recibió algunas trompadas y cuando cayó al piso también patadas. Según le dijo a los policías de la Patrulla Urbana que llegaron a esa esquina de zona sur tras el choque, el iracundo automovilista, que viajaba con mujer e hijo, sacó una pistola nueve milímetros y no conforme con la paliza amenazó con matarlo. Daniel Germán Vázquez, entonces de 29 años y apodado Gordo Teto, marchó preso por lesiones culposas, lesiones leves, amenazas calificadas y portación de arma de fuego. 

Con el correr de los meses, en el juzgado correccional 5ª la víctima “desistió de la acusación” y Teto pidió la restitución del arma de fuego. No hubo condena y la causa siguió el camino del archivo. El episodio ilustra el prontuario de un hombre a quien por entonces aún no le achacaban manejar el narcotráfico en barrio Tablada y gran parte de la zona sur, ni tampoco ser parte de la barra de Newell’s, de la que se había alejado y a la que estaba por volver. De su primera juventud le habían quedado anotaciones por amenazas y violación de domicilio, lesiones y robo. 

Casi nueve años después de aquel incidente en Maipú y Garay, el Gordo Teto es un próspero empresario inmobiliario cuyo bajo perfil durante mucho tiempo se ha modificado este año, a partir de la publicación de fotografías que hicieron pública su cara y de vínculos con episodios delictivos que dificultan su estrategia de blanqueo; la que había estado basada en insumir esfuerzos para que lo quitaran de las listas de barras a quienes se aplicaba el derecho de admisión en el estadio Marcelo Bielsa y en cartas documento a los medios de comunicación que se atrevían a mencionar su nombre.

Paravalanchas

Una de esas fotos muestra a Teto en el paravalanchas leproso y fue difundida semanas atrás en el marco de las causas que instruye el juez Javier Beltramone con la mira puesta en el caído en desgracia jefe de la barra de Newell’s, Diego “Panadero” Ochoa, por los homicidios de su antecesor en el puesto Roberto “Pimpi” Caminos y de su ex ladero Maximiliano “Quemadito” Rodríguez, además del intento de asesinato de otro de sus lugartenientes, Matías Pera. Claro que Teto había hecho mucho para ser retratado en ese lugar privilegiado de la popular.

Cuando era un adolescente iba a la cancha con Pedro Bismark, el Loco Demente, y a medida que fue creciendo comenzó a aglutinar gente de Tablada en la esquina de su casa, en Colón y Biedma, con su hermano Sergio, alias Chamala. “Su padre era el sodero del barrio y vivían a una cuadra de la villa, así que los conocía a todos”, describió un detective.

Más tarde, Teto fue lugarteniente de Pimpi, hasta que se abrió de la hinchada con la llegada del nuevo milenio. “Allá por 2004 Teto quería ir a la cancha con su padre, hermano, toda la familia. Pero por respuesta a su pedido de entradas le metieron un tiro en la pata. Cuentan que en represalia lo baleó a Tato Camino. Después le pidió a un comisario que intercediera con Pimpi, y recibió por respuesta: «Gordo, si te gusta el fútbol, comprate un club. Pero a la cancha no vayas porque no podemos garantizar tu seguridad»”, describió la misma fuente.

Con la caída de Eduardo J. López, tras 14 años, en diciembre de 2008, y la entronización del Panadero en reemplazo de Pimpi, Teto vio su oportunidad: “Compró bombos, banderas, le habló a la comisión directiva para que Ochoa fuera el líder, puso la plata para arreglar 1.500 plateas, puso la plata para pagar las cuotas atrasadas de un montón de gente que de otra manera no podía ir a votar contra la anterior conducción. En fin: lo usaron”, describió por su parte un allegado a la subcomisión del hincha leprosa. 

El bando de Teto y el del Panadero se cruzaron en cancha de Colón a mediados de 2009 y a partir de allí el Gordo y Chamala abandonaron la popular. Más tarde, los Vázquez y el clan Cantero promovieron el golpe de Estado de los mencionados Pera y Quemadito contra el Panadero en plena popular del Coloso. Y todo terminó en octubre de 2010 con la casa de Teto baleada, según una versión por Luis “Pollo” Bassi y sus hermanos, y allanamientos a sus propiedades por una denuncia de amenazas hecha a instancias de  Ochoa.

Narcocorridos

Otra foto publicada este año muestra a Vázquez con Ramón Machuca, apodado Monchi Cantero y prófugo en la megacausa de los Monos, además de Andrés Bracamonte, alias Pillín, jefe de la barra de Rosario Central. Tal como relató Cruz del Sur en junio pasado, el 14 de agosto de 2009 la Policía dejó constancia de haber detenido a Monchi en un control de rutina de la Patrulla Urbana, en Ayacucho y Uriburu, quien llevaba una bolsa con 50.180 pesos. Primero dijo que era para comprar una chapa de taxi y que lo esperaba un contador. Más tarde, señaló que el dinero “era de un familiar de apellido Cantero que es el líder de la banda de Los Monos”. 

Un rato después llegó a la comisaría el dueño de un comercio de venta de celulares ubicado sobre 27 de Febrero, quien alegó que esperaba a Monchi ya que la plata era para comprar una Renault Scenic. Otra fuente policial echaba algo de luz sobre el episodio y lo que sucedía entonces en el sur de Rosario: “La guita aparentemente era para pagar algún cargamento al Gordo Vázquez, porque parece que Cantero lo absorbió”.

Voceros policiales recuerdan que cuando Torombolo –un joven llamado Guillermo Pérez que era hijo de un sargento de la Policía y desde 2004 mejicaneaba los dividendos de las drogas a los narcos de Tablada– recibió a fines de 2005 un escopetazo en la pierna que lo tuvo a maltraer hasta su muerte, en febrero de 2008, se produjo el comienzo de un cambio de mando en el negocio narco del barrio. “Teto se quedó con los soldaditos de Torombolo y corrió a tiros a Mingo Selerpe del barrio. Y también lo acusaron de ser el que dio los datos para que la Policía le volteara la cocina a Campito Giglione, su otro competidor”, rememoró un comisario de la regional Rosario.

Para 2007, pibes como Milton Damario, pero también como Tapón, Pichicuita, Luchi, Petaco o Joni se habían formado en el sicariato y respondían a algunos de los lugartenientes del Gordo: Huevo Ibáñez, Peligroso Armanino y Culín Medrano. Huevo y Peligroso terminaron asesinados. Culín –quien siempre vivió en la misma cuadra que los Vázquez y supo acompañar a Teto en la barra de Newell’s–, se mudó a Carcarañá y luego marchó preso por una causa de drogas. En cambio, el Gordo, a quien le adjudican habilidad y contactos como para transar con los sucesivos jefes de Drogas Peligrosas, nunca tuvo una anotación federal. Desde la ex Digedrop se defendían diciendo que era un buche de la Federal y que lo tenían investigado, pero que un oportuno hábeas corpus, allá por 2009, impidió que fuera detenido.

La publicación en diferentes medios de esta última foto mencionada, la de Teto con Monchi y Pillín, a mediados de septiembre pasado, poco antes del regreso del clásico de la ciudad, pudo haber sido –según arriesga un sector de la investigación– el motivo del atentado contra el domicilio del gobernador Antonio Bonfatti el último 11 de octubre. Entre los cuatro acusados figura Manuel Martínez, un joven de 22 años a quien vinculan con la barra de Newell’s, específicamente con el sector del Gordo Teto.