De un viejo prostíbulo devenido café de nostálgicos a prestigiosos restós con sabores octogenarios, diez alternativas para disfrutar de comida casera, mirar fútbol de reojo o entregarse a un Carlitos clásico
Por Marianela Bocanegra | Para LA NACION
El relato de Manuel Belgrano pergeñando la Bandera no es ni por asomo la anécdota más jugosa que entraña Rosario. A la historia no oficial la cuentan los diez restaurantes, bares y bodegones reseñados a continuación.
1. GOL DEL VASCO
Choppería Gorostarzu
Cerca del centro, esta choppería es el sueño dorado del varón argentino: tensión de cancha en los televisores, cerveza tirada y el típico sándwich Carlitos (tostado mixto con mayonesa y ketchup) dirigido con maestría. El crack de la carta se llama Goros (tortilla de papas, panceta, queso y lechuga, y tomate en forma de sándwich), mixtura perfecta entre la Valencia natal del fundador y el río Paraná que lo acogió hace 83 años.
Aunque se hizo conocido por ser punto de encuentro de los jugadores de Newell's, no faltan canallas (simpatizantes de Rosario Central) enfervorizando los debates de sobremesa. La estética es prolija, pero sin pretensiones, con manteles a cuadros, propagandas de antaño y espejos biselados.
Italia 299.(0341) 4252034
2. EL ULTIMO CAPITULO DEL NEGRO
Bar La Sede
A pesar de que la información turística le da todo el crédito al bar El Cairo, los rosarinos que le siguieron los pasos a Roberto Fontanarrosa saben bien que desde 1994 el Negro paraba en La Sede. Allí también se trasladó la filosofía de la mesa de los galanes , su grupo de amigos, cuando cerró la primera guarida. En 2004, El Cairo reabrió moderno y remozado, pero el escritor prefirió quedarse en la planta baja del Palacio Remonda Montserrat. Aunque parte del encanto del café céntrico es la arquitectura art nouveau de principios del siglo XX y un mural de venecitas multicolor, lo que flota en el aire es el tenor artístico.
En el subsuelo de este bar fundado por un actor de prestigio entre los parroquianos, Mario Vidoletti, funcionan el Cultural de Abajo, un centro de artes independientes, y La Subsede, un café concert. Entre la variedad de espectáculos y muestras, vale la pena quedarse para la obra Faldas largas , casi siempre en cartel.
Si la visita es antes de las 20, los imperdibles son el licuado de banana ($ 16) y el lemon pie (18).
Entre Ríos 599. (0341) 4254071. www.barlasede.com.ar
3. UNA REINA NOSTALGICA
Bar Victoria
Sobre el bulevar más transitado de la ciudad, este bar que fue afamado prostíbulo del barrio Pichincha hoy es café de nostálgicos. Del esplendor que le valió el apodo de Reina queda el encanto de las lágrimas cremosas, una puerta que merece las fotos y medio balcón, lo que resta del escenario en altura donde Gardel supo cantar entre bailarinas de portaligas.
En verano, la recomendación es acodarse en alguna mesa de la vereda con vista a la avenida de las palmeras a disfrutar la sombra de enredaderas. Y en invierno, si la panza ruge, hay lasaña alta y humeante por 25 pesos.
Un café en este bar de sillas robustas y paredes descascaradas cuesta 6 pesos y puede hacer las veces de combustible antes de emprender un paseo por la nutrida feria de antigüedades El Roperito, en Wheelright y Oroño.
Oroño y Jujuy. (0341) 4252034
4. TIRO EL ANCLA EN LA EPOCA DE ORO
Wembley
Frente al puerto y al pie de la barranca, cien años atrás este restaurante empezó atendiendo marinos, pero se convirtió en el favorito de distinguidos empresarios navieros. La leyenda cuenta que en 1925, cuando el país era el granero del mundo y Rosario la Chicago argentina, el magnate griego Aristóteles Onassis pensó comprárselo al inglés que lo fundó y nombró como el barrio de sus amores, Wembley.
Rodeando la chimenea, sus mesas conservan la sobriedad londinense. Los colores opacos, los manteles blancos y los revestimientos de madera hacen que parezca que los relojes atrasan. Probar un plato de ciervo o cochinillo asado con guarnición, vino y postre cuesta $ 85. La especialidad es la bagna cauda, aunque no faltan los socios que van sólo por una charla en compañía de un Campari, un Martini y aceitunas rellenas.
Avenida Belgrano 2012. (0341) 4811090. www.wembleyrestaurant.com.ar
5. LA CUCINA DE LA MAMMA
Bella Nápoli
A la hora de comer, no queda libre ni un centímetro del piso damero rojo y negro. A veces, el público aclama al chef. Entonces sale Rita, sosteniendo sus 85 con un trípode. Hija de italianos, hace cerca de 50 años que prepara sopa de arroz ($ 9), guiso de lentejas (22) y rana con papas (23), alguno de los platos del menú de 15 páginas y letra chica. Los nietos sirven y su hija Marilú recibe verduras, atiende al sodero, prende el ventilador de pie, ordena. En este comedor el que llega saluda al resto, se puede ver el noticiero y se palpita la novela. A pesar de que entre los habitués se cuentan reconocidos personajes locales de la política y la cultura, al que mejor atienden es al cliente número uno, un nonagenario que fue el primero en entrar el día de la inauguración y que repite el ritual, de lunes a sábado, todos los mediodías.
San Nicolás esq. Tucumán. (0341) 4305183
6. UNA ESQUINA DEL MUNDO
Pasaporte restó bar
Dicen que es el más parisiense de los bares de la ciudad. Parece un milagro que las mesas diminutas y redondas del exterior mantengan el equilibrio sobre la bajada de adoquines. Coincidencia: el bar que hace viajar cuerpo y mente hacia la Europa de sus fundadores queda frente a la Aduana, y es el corazón de una cuadra de estética inédita en el resto de la ciudad. "No hay día que uno no escuche decir que parece que estás en otro lado", comenta Lucio, el encargado.
De tarde, los ejecutivos se juntan a ostentar whiskies importados y autos antiguos a media luz. Los turistas buscan el olor de las tortas y el café ($ 22); los locales, la parsimonia del paisaje tras la ventana y el agua tónica en botella de vidrio (7,50). La sugerencia es el cheesecake con cobertura de chocolate.
Urquiza esquina Maipú
7. ASTURIAS, POR ESCALERA
Restaurante La Marina
No existen las reservas, por lo que cada fin de semana en la puerta de entrada de una hoja del comedor La Marina se inicia una hilera larga de ávidos comensales. A no amilanarse, en un máximo de 20 minutos se bajan algunos escalones y sólo queda esperar que el olor a España se vuelva familiar en el reducto subterráneo. El movimiento es constante: se ven pasar pescados de mar y camarones, puchero a la española ($ 28), guiso de lentejas con pechito de cerdo y chorizo colorado (31); mondongo. En poco espacio la comida se mezcla con la decoración y la gente; cuelgan los utensilios de cocina, los cuadros y las fotos. Los platos y la decoración remiten a la región natal de los Viñes, tres hermanos asturianos que legaron el oficio a sus hijos. Quienes la prueban piden las indicaciones para preparar la fabada asturiana (30), el plato estrella. Como la receta está vigilada con celo, los comensales se conforman con un brindis con sidra. Importada, claro.
1° de Mayo 890 (esquina Rioja)
8. LOS PRIMEROS ILUSTRES
Savoy Grand Café
Una cúpula para las postales, la elegancia del 1900, la mano de un chef de prestigio internacional y el minimalismo contemporáneo. Palabras más, palabras menos, así podría caracterizarse al luminoso café y restaurante del hotel Savoy (hoy Splendor Savoy), uno de los primeros hospedajes de la ciudad que se fundó para recibir a los visitantes que trajeron los festejos del Centenario y se restauró poco antes del Bicentenario.
El italiano Roberto Ottini, cocinero a cargo, hizo carrera en el exterior y se posicionó como uno de los mejores del ranking local. A la hora de comer, las opciones son heterogéneas: desde un guiso de lentejas servido en un cuenco y cocido en horno de barro hasta un panini de jamón ibérico y las noches kosher, los martes. Fueron habitués de la barra Federico García Lorca y Aníbal Troilo, y en la terraza -donde mejor se aprecia el reciclado- se realizaron las primeras proyecciones de cine de la ciudad.
San Lorenzo esq. San Martín. (0341) 4247683. www.savoygrandcafe.com.ar
9. EL ENIGMA DE UNA SANTA
Pizzería Santa María
Pizza para los convencidos de que todo lo pasado fue mejor: masa esponjosa y gruesa, mozzarella bien espesa y tomate fresco. La fórmula familiar sobrevivió oculta tres generaciones en el boliche de la zona sur y el estilo Santa María es evocado, pero jamás imitado a la perfección, en los bares del centro.
A contramano de la versatilidad de moda, el menú de este espacio de cerámicos blancos hasta el techo muere en cuatro variedades de pizza ($ 45) y dos tipos de empanadas (4): "Zapatero a sus zapatos, hacemos lo que aprendimos hace años", dijo el hijo del fundador, detrás del mostrador. Acompañan mozos de carrera, con camisa blanca y moño negro.
Juan de Garay 970 (y avenida San Martín). (0341) 4815044
10. EL COLMO DE UN RESTAURANTE
Comedor Balcarce
Las 200 personas que por día hacen su pedido en el Comedor Balcarce son la prueba de que se puede desafiar al sentido común y salir airoso. El Vómito rebautizó la ciudad al comedor de Santarelli, que abrió en 1961 y tomó protagonismo durante el Rosariazo, cuando reemplazó al entonces clausurado comedor de la Universidad Nacional de Rosario.
Lejos de amedrentarlo, el apodo repulsivo y la calidad de los canelones de la paraguaya Regalada Blanco convirtieron al bodegón en mito. "Los taxistas inventaron el sobrenombre porque antes los clientes venían con la guitarra, tomaban mucho vino y alguno terminaba mal", se resignó el dueño y recordó las noches en que Juan Carlos Baglietto y Silvina Garré ensayaban en el boliche y engrosaban el cuadernito de fiado .
Con el éxito, la trova rosarina se mudó a Buenos Aires, pero sigue en pie la peña de los chicos de los martes o el equipo de tenis que reserva los lunes. Además de la pasta casera ($ 15), el especial del bodegón es la suprema rellena con queso, morrones y papas rejilla (27). Atención impuntuales: abre sólo de 12 a 15 y de 20 a 0.30.
Brown 2093 .
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