Llevan a juicio a los imputados por la desaparición y crimen de Rocío Gómez

Para la jueza de Instrucción María Laura Sabatier no quedan dudas de que los restos óseos hallados a mediados de agosto en una vivienda abandonada del barrio La Florida pertenecen a Rocío Daiana Gómez, la chica de 18 años cuyo rastro se perdió el 27 de febrero pasado en el marco de una trágica historia que la llevó a la muerte. Por eso, y por otros indicios y testimonios que recolectó en la investigación, dictó el procesamiento de los dos principales imputados en el hecho: Juan José Pijuán Lazo y Jonatan Raúl Joni Vargas. A ambos les achaca ser coautores de privación ilegítima de la libertad doblemente calificada por uso de violencia, amenazas y/o venganza; lesiones; robo calificado por uso de armas de fuego; abuso sexual con acceso carnal agravado; homicidio; tenencia ilegal de arma de guerra y desobediencia. 

El fallo, conocido ayer, también alcanzó a otras seis personas que, según la magistrada, se constituyeron en coautoras del delito de encubrimiento agravado y seguirán en lilbertad mientras se sustancie el juicio. Se trata de Aldana Alexis M., Ramón Antonio D., Yoana Aneleyn V., Jorgelina Soledad S., Héctor Raúl V. y Mónica Mabel M. 

La historia que tuvo un final trágico y ahora tiene forma de expediente se inició muchos años atrás. Es que Norma Gómez, la mamá de Rocío, y Juan José Lazo, el principal imputado, tienen la misma edad y se conocen de toda la vida ya que la mujer se crió frente a la casa del hombre, en Valle Hermoso al 1200, el lugar donde Pijuan tenía una granja y almacén. En ese comercio cercano a la villa La Cerámica Rocío trabajó en varias ocasiones y fue vista por última vez; en ese local Norma y su concubino aseguran que estuvieron retenidos el 27 de febrero pasado y sometidos a los más violentos vejámenes; ese negocio fue saqueado y destruido el 17 de agosto, cuatro días después de que aparecieran los restos humanos enterrados en una finca de Martín Fierro al 600, donde el sospechoso supo tener un bar. 

Para dictar el procesamiento, la jueza Sabatier tuvo en cuenta no sólo el testimonio de Norma Gómez y de su concubino, Fernando Machado, sino también una serie de escuchas telefónicas que comprometen seriamente a Pijuán y a los demás involucrados en la causa. 

La última vez. Frente a la magistrada, y en una nota con La Capital, Norma contó que Rocío primero trabajó para Pijuán en el negocio de calle Valle Hermoso y posteriormente fue su pareja, desde julio de 2010 y hasta noviembre del mismo año, cuando la chica volvió a vivir con ella en la ciudad de San Lorenzo. Desde ese momento hubo contactos esporádicos entre la chica y Lazo hasta que el 25 de febrero Pijuán la llamó para ir al shopping. Ella fue con su hijito Kevin Alejandro, de 1 año y medio, cuyo padre podría ser el mismo imputado. 

Al otro día la joven le envió a su mamá un mensaje de texto y le pidió que le llevara su moto al negocio de calle Valle Hermoso porque Pijuán se la quería comprar para ayudarlos por el mal momento económico que atravesaban. Así, Norma y su concubino llevaron el rodado hasta la granja, donde también vivía Rosa, hermana de Lazo. 

Gómez relató que Pijuán estaba allí junto a otros hombres, entre ellos su hermano Hernán (aún prófugo), un tal Joni y otro al que le dicen Gordo y que también ha esquivado a la Justicia. Allí, dijo la mujer, "apareció Juan José armado y me gritó: «Me sacaste a Rocío y ahora me querés robar al nene». Insistía en que yo quería mandar a mi hija a otro lado para separarlos y que mi nieto era hijo suyo". 

La mujer relató que a su marido lo ataron y lo golpearon y que tanto ella como su hija fueron abusadas sexualmente por los cuatro hombres. Que tras ello la tiraron junto a su pareja y que volvió a ver a su hija por última vez, "con la cabeza rapada y atada con cinta" de embalar. 

Asimismo, Norma recordó que en esa casa y bajo amenazas les hicieron firmar los boletos de compraventa de las dos motos de la familia y otros en blanco. Después de eso Norma y su familia se marcharon a Buenos Aires ante el temor de sufrir represalias y allí hicieron la denuncia que dio pie al caso. 

Apariciones. El 8 de mayo el pequeño Kevin fue hallado sano y salvó en un descampado de San Nicolás y desde entonces quedó bajo la custodia de su abuela. Después llegaría el macabro hallazgo de los restos en la finca de La Florida y la acreditación, para la jueza que son los de Rocío. 

Para sustentar su dictamen, la jueza se basó en las lesiones que oportunamente les fueran detectadas a Norma Gómez y a su pareja; en el hallazgo del pequeño Kevin abandonado cuando toda la policía estaba tras los pasos de los sospechosos; en los restos óseos que, "según plurales e unívocos indicios corresponden a Rocío"; en haber encontrado una de las motos sustraídas a la madre de la chica desaparecida en el domicilio de una de las imputadas por encubrimiento; en el reconocimiento en rueda de personas que Norma Gómez hizo de Jonatan Vargas como uno de sus agresores; y en el contenido de las conversaciones telefónicas que Pijuan mantuvo con varios de los procesados, quienes "le ofrecieron su ayuda para eludir la acción de la Justicia". 

ADN

Para la jueza María Laura Sabatier hay datos unívocos que llevan a sostener que los restos hallados en La Florida son los de Rocío. Sin embargo, las pruebas realizadas en laboratorios de Santa Fe no permitieron identificarlos “ni determinar los genes porque estaban invadidos por cal”, elemento usado para cubrir el pozo en el que se hallaron.