Policiales | Un caso que hará historia
Creen que "Marcelito" asesinó a más de seis personas por una promesa a San La Muerte
Tiene 22 años y es del Bajo Flores.
Habría pactado ofrendar una vida por semana a cambio de dinero y drogas. Está imputado en el crimen de un estudiante de Filosofía, pero lo investigan por otros cinco homicidios y varios ataques.
En la historia criminal argentina no abundan los llamados “asesinos seriales”, pero parece que en las últimas horas se sumó un nombre a la módica lista: le dicen “Marcelito”, tiene 22 años y, aunque está formalmente detenido por el crimen del estudiante de Filosofía Rodrigo Ezcurra (27), los investigadores lo vinculan con -por lo menos- otros cinco homicidios. Fuentes judiciales aclararon que no se trataría de un asesino serial porque “no sigue un patrón determinado”, pero sí suponen que perpetró todos los asesinatos con la misma motivación: una supuesta promesa a San La Muerte, en la que habría “pactado” obtener drogas y dinero a cambio de “ofrendar” una vida por semana. Por estas horas los pesquisas buscan un teléfono celular con el que el sospechoso se habría filmado confesando sus crímenes.
Fuentes oficiales lo identificaron como Marcelo Alejandro Antelo, que quedó imputado por el homicidio de Ezcurra, ocurrido el 11 de abril pasado en el Bajo Flores. El cuerpo del estudiante de Filosofía fue encontrado con un tiro en el pecho en una de las calles que entrecruzan los monoblocks del Bajo Flores. Desde un principio se descartó la teoría del robo y se detuvo a un adolescente, por lo que la causa quedó a disposición del juez de Menores 7, Enrique Velázquez. Se estima que con este giro el expediente pasará a la Justicia de Instrucción. “Marcelito” tenía orden de captura desde el 24 de agosto, pero un policía federal lo demoró el sábado de manera circunstancial, cuando lo vio sospechoso y al requisarlo le encontró un arma 9 milímetros robada en marzo a un agente de esa fuerza y tres cargadores completos.
Antelo ya estaba siendo investigado por otros cuatro homicidios y cuatro agresiones (ver aparte), ya que todos los testigos mencionaban al tal “Marcelito” y su supuesto pacto con San La Muerte, un santo pagano con gran tradición en el Litoral y venerado -especialmente- por delincuentes.
El dato curioso es que todos los homicidios fueron distintos.
Una fiscal pidió que se unifiquen las causas
“No se trata de un asesino serial tradicional porque no sigue un patrón de crímenes. En este caso, los homicidios fueron todos distintos, las víctimas tenían edades distintas, nunca dejó mensajes ni fueron cometidos con la misma arma”, analizó un investigador de la división Homicidios de la Federal a cargo del caso que tiene como sospechoso a Marcelo Alejandro Antelo. La fiscal de Instrucción porteña Estela Andrades de Segura ya solicitó a todos los fiscales que investigaban a “Marcelito” por otros homicidios que le remitan sus causas para que sean unificadas.
El santo pagano de los que viven en peligro
La figura del esqueleto se reproduce en cárceles y cementerios, porque a San La Muerte se lo considera protector de los que viven en riesgo, como policías o delincuentes. Es una suerte de “espíritu” que veneraban los pueblos de habla guaraní originarios del Litoral, similar a los cultos a la Santa Muerte, de México, y al Rey Pascual, de Guatemala.
Es un santo pagano, como el Gauchito Gil, sólo que éste en verdad existió y aquel no. En su libro Una voz extraña, los investigadores María Julia Carozzi y Daniel Míguez aseguran que el primer registro de esa imagen data de 1735. Y explican que los rituales a la imagen de la muerte son múltiples, como atarlo y tenerlo amenazado hasta que cumpla lo pedido y colgarlo boca abajo en caso de que no lo haga.
Los devotos le rezan o se tatúan su imagen con la esperanza de que los libre de la muerte y se la provoque a los enemigos.
“Para aquel que en amor me engaña, pido que lo hagas volver a mí, y si desoye tu voz extraña, buen espíritu de la muerte, hazle sentir el poder de tu guadaña, en el juego y en los negocios; mi abogado te nombro como el mejor, y todo aquel que contra mí se viene, hazlo perdedor”.
Asesinos seriales y múltiples en Argentina: del “Petiso Orejudo” a Barreda
El término asesino en serie se hizo popular en los años ‘70, de la mano de la publicidad que obtuvieron las espeluznantes historias de Ted Bundy, David Berkowitz y Jeffrey Dahmer.
¿Pero a quiénes define este término? Según los criminalistas más destacados, a aquellos que cometen tres o más asesinatos durante un extenso período de tiempo, con un lapso de “enfriamiento” entre cada hecho. Suelen seguir un patrón. Es decir, matan de un modo determinado a un tipo específico de víctimas. El asesino serial emblemático de Argentina es Cayetano Santos Godino, más conocido como el “Petiso Orejudo”, que en 1912 asesinó a cuatro niños, atacó a otros siete e incendió varios edificios de Buenos Aires. Cometió su primer delito a los 7 años y lo detuvieron a los 16.
Pero un homicida de estas características no es igual a un asesino múltiple, que acaba con varias personas en uno o varios actos: Ricardo Barreda, que masacró a su familia en una tarde, o Carlos Robledo Puch, que ultimaba a los testigos de sus robos. Tampoco es un spree killer, que comete múltiples crímenes en diferentes lugares, dentro de un período de tiempo que puede variar desde unas cuantas horas hasta varios días.
Lo llamativo en este caso que se conoció en las últimas horas es que los homicidios que se le adjudican a “Marcelito” fueron perpetrados con mecánicas distintas y en un lapso muy corto, por lo que no se descarta que haya más casos previos.
Después de la muerte de Ezcurra se produjo la de Pablo Villa (27), asesinado a balazos el 22 de julio, causa a cargo de la fiscal Alicia Martín. Pocos días después -el 8 de agosto- fue el turno de Jorge Mansilla (48), en un episodio que investiga el fiscal Rodolfo Cudicio. Este, a su vez, interviene en dos hechos de “amenazas y disparos de arma de fuego” contra dos vecinas del barrio. Y hay otro hombre de la zona -Darío Romero- que también fue atacado a tiros el 24 de junio.
En medio de los crímenes de Villa y Mansilla (el 1° de agosto), hubo otra muerte violenta en el barrio Rivadavia, pero se desconoce la identidad de la víctima porque fue calcinada.
El último de los hechos por el que la Policía investiga a “Marcelito” fue un doble homicidio: Pablo Zanuik (26) y Marcelo Cabrera (28) fueron acribillados el 15 de agosto, precisamente en la fecha en que se conmemora el Día de San La Muerte en Corrientes.
Diario Hoy
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