La puñalada fue certera y letal. La vida de José Federico Casafús, de 30 años, prácticamente se apagó en brazos de su padre en la puerta del humilde departamento en el que vivió con su familia durante más de dos décadas. Tres manchas de sangre, dos en el piso y una en el tapial pegado a la puerta de la casa, no dejaban dudas de lo ocurrido.
El asesino, un ex convicto de Coronda, y su novia, vivieron hasta ayer en el mismo piso que la víctima pero huyeron del lugar y así salvaron el pellejo, no de la policía y la Justicia sino de un grupo de amigos y vecinos del muchacho fallecido que arremetieron contra la vivienda. La destrucción de muebles fue total y muchas de las pertenencias de los sospechosos terminaron en una hoguera en la vereda. Por la tarde, y con sus ocupantes siendo buscados por la policía, el inmueble ya había sido parcialmente limpiado y ocupado por otras personas.
Expulsión. "No los queremos más en el barrio, que se vayan", manifestó un amigo de José Casafús mientras en el interior del departamento donde vivían los acusados, una mujer pasaba un trapo húmedo por el piso y acumulaba los últimos restos de basura en un rincón.
La muerte violenta, inesperada y absurda de un hijo es algo difícil de asimilar para cualquiera. Roberto deberá convivir con ese dolor, con el agravante de que el asesinato de uno de sus nueve descendientes se produjo el mismo día de su cumpleaños número 64.
Cuando todo ocurrió faltaba poco para la medianoche. José, que estaba separado y era padre de dos criaturas, era conocido en el barrio como Sodi o Sodita. Vivía en la torre 11 del Fonavi de Cerrito 5566, un territorio que fue escenario de otros hechos sangrientos (ver aparte). Allí compartía un departamento de dos dormitorios ubicado en el primer piso junto a su padre y otros tres hermanos.
En ese mismo nivel, a sólo una vivienda de los Casafús, está el departamento donde hasta ayer vivía Arístides F. junto con su novia. Los motivos que desencadenaron el crimen no estaban claros para la policía, pero no descartaban la cuestión pasional. En ese punto, los pesquisas sospechan que la víctima tal vez pudo acercarse demasiado a la pareja de Arístides.
Un llamado y la ira.Roberto, el padre de la víctima, tampoco encuentra una explicación. Durante un alto que hizo en el velatorio de su hijo para ir a buscar unos papeles al departamento, el hombre reconstruyó ante este diario lo que ocurrió en el día que seguramente comenzó con saludos y abrazos y que culminó en tragedia.
El lunes a la noche, José estaba en su casa junto a su padre y sus hermanos Manuel y Coqui. "En un momento escuchamos que alguien afuera, en el pasillo, gritó «Sodita vení». Mi hijo salió y al ratito nomás golpeó la puerta pidiendo ayuda. Tenía un puntazo en el pecho y le chorreaba mucha sangre, ya estaba mal, para mí se murió antes de llegar al hospital", recordó Roberto. Siguiendo su relato, el hombre no tuvo dudas en identificar al agresor. "Lo primero que hice fue agarrar a mi hijo y ahí estaba el tipo ese. Me dijo «vos no te metás porque también hay para vos». La novia se fue corriendo por la escalera y el guacho ese se metió al departamento y se tiró por la ventana de atrás. Los vecinos me dijeron que los dos se subieron a una moto y se fueron", sostuvo.
Lo que llegó después, mientras los minutos se hacían interminables a la espera de una ambulancia para trasladar al herido, fue lisa y llanamente la venganza. Amigos y familiares de Sodita avanzaron sobre el departamento donde vivían el asesino y su novia. Tras unos cuantos minutos de furia no quedó nada en pie y muchos de los objetos que estaban en el interior de la propiedad fueron a parar a un fogata armada en la calle mientras los primeros policías llegaban al lugar. "Estaba lleno de milicos, pero no pudieron hacer nada y miraban desde la esquina", contó un amigo de Sodita que se ofreció ante los cronistas como una especie de guía para exhibir lo poco o nada que quedaba de la vivienda. "Este loco (por Arístides) llegó hace poco al barrio. Estuvo preso en Coronda y tenía la mina que patinaba. La bronca vino por ahí", agregó el vecino.
Sin testigos. El caso es investigado por la Sección Homicidios de la Unidad Regional II y la seccional 14ª. Voceros de la pesquisa indicaron que Casafús no tenía antecedentes penales y se inclinaban por abonar la hipótesis de un crimen por motivos "de polleras". Al parecer no hubo testigos directos del homicidio y las referencias que manejaban partieron de boca del padre y allegados a la víctima. Los voceros confirmaron que el principal sospechoso estuvo un tiempo en la principal cárcel de provincia.
Lazo de sangre
Roberto Casafús, el padre del hombre asesinado en Cerrito al 5500, se gana la vida con changas de albañíl. Sin embargo su apellido ya rebotó en las crónicas periodísticas, especialmente en el controvertido caso García Belsunce. Es que es primo hermano del comisario bonaerense Angel Casafús, pesquisa del crimen.
Por Ariel Etcheverry / La Capital
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