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al año a la ciudad y hay muchos ritos que se repiten.
Puedo comenzar con un recorrido por el bulevar Oroño, una de mis calles preferidas. Recuerdo que solía caminarlo a menudo desde el río hasta el parque Independencia. En realidad si hay una característica para destacar de Rosario es que es una ciudad absolutamente caminable. Todos mis recuerdos tienen que ver con caminatas. Largas, cortas, rápidas, lentas, pero siempre placenteras.
Un tema aparte es el río. Rosario mira al río Paraná y hay una movida en esa zona que desborda de gente en sus plazoletas, bares y restaurantes. Hay muchos lugares nuevos que casi no conozco, pero todo el circuito siempre está precioso, sobre todo en verano.
La zona del parque España también es muy especial para mí. Fui muchas veces a tocar ahí en el auditorio, pero muchas más a sentarme en un banquito simplemente a contemplar y disfrutar del río. Ni hablar del balneario La Florida y las islas; puede ser un muy buen plan, en primavera o verano, los días más bien frescos.
Una zona también muy linda, ya volviendo para el centro, es la que rodea al teatro El Círculo, todo un símbolo de Rosario, más ahora con el empedrado que está hace algunos años y que le da un toque muy personal.
Tampoco quiero olvidarme del barrio Pichincha no sólo porque está lleno de barcitos donde se come muy bien, sino porque se hacen unas lindas caminatas para ver casas antiguas y el barrio de la vieja estación de trenes, donde solía concurrir a unas juntadas de músicos los jueves a la noche en un bar llamado Chicago Blues. Esa fue una buena época; conocí ahí muchos músicos rosarinos a los que seguí y sigo viendo.
Otro capítulo aparte en la ciudad son los bares. Hay muchos y cada persona en Rosario guarda una relación especial con sus preferidos. Recuerdo, por ejemplo, el Victoria, en el centro, donde solíamos encontrarnos a comer con mis amigas. También en las noches, los fines de semana, estaba el Berlín, excelente para tomar un capuchino en invierno o una cerveza en verano, y de paso ver algún show de teatro.
Por último, los cafecitos de la peatonal Córdoba: toda mi infancia observé cómo disfrutaba la gente sentada a las mesitas de la calle.
Sólo hace algunos años comprendí por qué, siempre que voy de visita, hago una parada obligada en alguno de ellos.
Completando este recorrido por la ciudad no podemos olvidar la importante movida cultural. Podemos destacar el Museo Castagnino, el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro), el teatro Fundación Astengo, El Círculo, la Sala Lavardén o el teatro La Comedia. Y por último están las librerías, una opción más para disfrutar de Rosario en cada momento.
Por Paula Shocron
Para LA NACION
La autora es pianista, compositora y una de las artistas más destacadas del llamado nuevo jazz argentino. Acaba de lanzar su cuarto CD, Homenaje, editado por Sony Music. Fue invitada para cerrar el Santo Domingo Jazz Festival, en República Dominicana, el 30 de este mes.
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