Puerto de Rosario

La historia se sigue escribiendo

Mientras que la década de 1850 asistió a la penúltima gran guerra del siglo XIX en Europa, la Argentina atravesaba otra realidad, la de la conformación en estado nacional.  En un escenario en plena metamorfosis, donde Rosas renuncia como gobernador de Buenos Aires, la legislatura se disuelve y las nuevas elecciones bajo el régimen de Urquiza eligen una nueva legislatura y nombra como gobernador provisorio a Vicente López y Planes.

Cambia así la realidad de Rosario, que es nombrada ciudad a partir de 1852. El argumento en el cual se apoyó el gobernador de ese entonces se centraba en que Rosario tenía una posición estratégica: “Su posición local, que la pone en contacto directo con el interior y exterior, por su crecido número de habitantes y por su comercio activo con todos los pueblos de la república”.

Este era solo el primer paso. A raíz de esta declaración se encaminaron otros acontecimientos que marcaron la historia de la región, como la apertura de los ríos a la libre navegación. Esto significó terminar con el monopolio de Buenos Aires e iniciar un próspero camino para el desarrollo del puerto de Rosario.

Así, la libre navegación del río Paraná que llegó con el derrocamiento de Rosas y permitió el triunfo del modelo sostenido por Urquiza –a partir de la batalla de Casero-, fue solo el precedente de lo que más de un siglo después se reforzaría con el accionar de las políticas provinciales y gestiones municipales.

Allá lejos y hace tiempo

Esta historia nunca ha sido sencilla, el correr de los años y los vaivenes económicos y políticos del país de esos primeros años, hicieron que recién en 1942 el puerto se nacionalice. A partir de entonces, la ciudad y las organizaciones empresarias que tenían puestos sus intereses en el movimiento portuario, se unen con el objetivo de que el cambio de régimen signifique un real beneficio para Rosario. Para concretar tan ambicioso y necesario plan para la ciudad, se propone una administración mixta con sede local. Sin embargo, dicha administración no cumple sus objetivos, y a largo plazo el puerto local es absorbido una vez más por el de Capital Federal.

El camino fue sinuoso y las sucesivas crisis económicas postergaron aún más los sueños de crecimiento. Sueños, que finalmente hoy, puede decirse, que se han cumplido.

El puerto de Rosario, que cabe recordar una y otra vez, es uno de los pocos naturales, ha reivindicado una vez más la importancia estratégica de definirse como un mercado internacional en relación a las exportaciones.

Es así que a orillas de la ciudad, este cause ha brindado desde siempre, excelentes perspectivas desde el punto de vista del libre comercio y de la comunicación fluvial, que no solo benefician a una región, sino a todo un país.

Un fructífero presente

Hoy, más de 150 años después, la llegada del buque Chelsea de la empresa naviera de capitales suizos, Mediterranean Shipping Company (MSC), viene a ratificar aquello que más de un siglo y medio atrás, ya era una realidad. Rosario, por su condición natural y posición estratégica en el comercio internacional y como centro neurálgico del MERCOSUR, es y debe ser un puerto “oceánico”.

La llegada de Chelsea, posibilita que las cargas regionales tengan una salida directa sin tener que pasar por Buenos Aires, aumentando la seguridad del transporte terrestre y brindando al puerto de la ciudad una operatoria que se aprovecha el cien por ciento. Esto permite reducir los costos logísticos y facilitar trámites, dado que el despacho de la mercadería se efectúa de manera directa desde aquí.

En este escenario, la terminal portuaria eleva su categoría a “oceánica”, además de dotar al Puerto rosarino de mayor movimiento de cargas e incentivar a empresas navieras a que operen por esta vía.

El hecho de que tanto antes como ahora se emancipe del monopolio de Buenos Aires, no solo hablan de un progreso económico, sino de una necesidad para la basta región centro, cuyo nivel de productividad es uno de los más altos del país.

Aquello que comenzó a efectivizarse el 3 de octubre de 1852 cuando se permite el acceso directo de los buques de ultramar a Rosario y otros puertos, sin hacer escala previa, fue solo la antesala de una proyección, que hasta nuestros días sigue siendo un proyecto en marcha.

Ya en el pleno siglo XXI se confirma una vez más aquello que Sarmiento afirmara cuando definía al río Paraná como un vehículo de prosperidad: “Rosario esta destinado por su posición topográfica a ser uno de los más poderosos centros comerciales de la Republica Argentina”.

Por Lic. Angel Elias, Presidente Enapro