En menos de 7 horas asesinaron a tiros a dos hombres en Tablada

El sector más caliente de barrio Tablada volvió a estremercerse por el retumbar de los balazos. En un lapso de 7 horas, dos hombres murieron acribillados.

Esquina. Necochea y Ameghino, el lugar donde atacaron a Alejandro Costoya.

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Por Leo Graciarena / La Capital

El sector más caliente de barrio Tablada volvió a estremercerse por el retumbar de los balazos. En un lapso de 7 horas, dos hombres murieron acribillados. Uno de ellos, con pedido de captura por haberse evadido de la alcaidía de Jefatura el 30 de noviembre de 2012, recibió una descarga de balazos al filo de la medianoche del miércoles en Necochea y Ameghino y murió más tarde en el Hospital de Emergencias. El otro circulaba poco después de las 5 en una moto Suzuki 100 por Biedma entre Necochea y Colón cuando fue atacado desde otro rodado que se le puso a la par. La víctima recibió al menos seis balazos y su compañero, de 22 años, resultó herido. En principio los crímenes son investigados por separado por el juez de Instrucción Luis María Caterina, quien delegó los sumarios a las seccionales 11ª y 16ª respectivamente, con la asistencia de la sección Homicidios.

Las escenas de ambos crímenes tienen como denominador común la existencia en las inmediaciones de quioscos dedicados a la venta de drogas y todo lo que a ellos rodea. Es decir, desde soldaditos armados hasta mejicaneadores de clientes, pasando por rastreros que andan a la caza de la mejor oportunidad. Y como si ese escenario no resultara suficiente, la zona en cuestión soportó extensos cortes de luz que hicieron que los ánimos de los vecinos estuvieran caldeados.

Dos fugas antes de morir. El 30 de septiembre de 2012 Alejandro Ariel Costoya se ganó un pequeño espacio en las crónicas policiales cuando junto a otros 18 detenidos se fugo de la comisaría 21ª, de Arijón 2343. Con el correr de los días lo recapturaron y fue a parar al módulo B del pabellón 2 de la Alcaidía de Jefatura. Pero la idea de Costoya, quien según la información oficial estaba procesado por robo simple, no era quedarse tras las rejas. Y el 30 de noviembre pasado repitió la fuga. Esa vez con otros cinco internos limaron los barrotes de sus celdas, ganaron un patio del predio, treparon el muro perimetral y salieron hacia el pasaje Julio Marc para desaparecer sin ser vistos. Tras ese episodio, Costoya se perdió en el anonimato de las calles de Tablada y el barrio Municipal. Ante quienes no lo conocían se identificaba como Ariel Gutiérrez, el nombre con el que uno de sus parientes lo reconoció la madrugada de ayer en el hospital Roque Sáenz Peña, donde ingresó con cuatro balazos: uno en el abdomen y tres en glúteos y cadera.

Habían pasado las 22.30 del miércoles cuando Costoya estaba en la esquina de Necochea y Ameghino. Fue en uno de los pocos momentos en que la zona tuvo luz ya que, según los vecinos, el suministro estuvo cortado desde las 15.30 a las 20 del miércoles y desde las 23.30 hasta las 2.30 de la mañana de ayer.

Los pocos vecinos que aceptaron hablar con los investigadores dijeron que escucharon varias detonaciones y que al salir a la vereda se toparon con el cuerpo del muchacho acribillado. Rápidamente lo trasladaron en una ambulancia del Sies al hospital Roque Sáenz Peña y de allí al Heca, donde falleció y su hermana lo reconoció por su nombre verdadero. A media mañana de ayer la luz volvió a cortarse y, con una sensación térmica de 46 grados a la hora de la siesta, el humor en la zona de los vecinos no era de lo más sociable. “No vimos nada. Sólo escuchamos los tiros”, explicó un vecino.

De moto a moto. Siete horas después del crimen en Costoya la muerte se paseó otra vez por Tablada. Esta vez fue en Biedma al 300, entre Necochea y Colón.

Pasadas las 5 de la mañana circulaban de oeste a este y a bordo de una moto Suzuki AX100 roja Emilio Emanuel T., de 22 años, y Matías Escobar, de 24. “Yo no escuché los tiros, pero sí cuando se cayeron de la moto. Escuché el estampido y pensé en que me querían reventar la puerta para robarme. Cuando me asomé a la vereda vi a los dos chicos tirados en la calle. Fue una causalidad que no estuviéramos en la vereda, porque nos acostamos a las 2.30, cuando volvió la luz. Porque hasta esa hora estuvimos sentados en la vereda”, relató una vecina aún consternada.

La hipótesis que manejan los investigadores es que otra moto, en la que circulaban un hombre y una mujer, persiguió a la Suzuki roja y se le puso a la par sobre su costado derecho. Entonces el hombre abrió fuego con una pistola calibre 9 milímetros. Escobar recibió al menos seis impactos, todos sobre el costado derecho del tórax y fue trasladado al Hospital de Emeregencias en un patrullero del Comando Radioeléctrico. Su compañero, en tanto, recibió impactos en la pierna derecha que le provocaron la fractura del fémur y en el hombro derecho y también fue derivado al hospital, donde quedó internado tras ser operado.

Ayer, los pesquisas aguardaban la recuperación del herido para que prestara declaración para poder avanzar en la pesquisa.