Una saga de homicidios de narcos de jerarquía
La violencia de los crímenes mafiosos viene creciendo al punto que se multiplica la acción de sicarios a la luz del día y en la vía pública.
Los crímenes de narcotraficantes solían tomarse como hechos aislados, más allá de la violencia o rasgos mafiosos que le cupiera a cada ejecución. Hasta hace poco estos asesinatos ocurrían usualmente en las casas o lugares que pudieran frecuentar las víctimas, pero es notoria la escalada de homicidios de personas sindicadas como líderes de organizaciones delictivas que tienen en común la acción de sicarios que actúan en la vía pública, horario diurno y ante testigos.
Son detalles que ameritan una distinción entre los homicidios de Antonio Quevedo o Walter Lopresti, ejecutados en sus respectivas casas, y Santiago Pérez o "el Tuerto Boli", acribillados mientras manejaban sus autos.
Dos de estos homicidios partieron aguas por quiénes eran las víctimas y por las consecuencias que desataron, entre ellas, acciones hasta entonces inéditas con el objeto de desarticular a bandas narcocriminales en la ciudad. Uno de esos crímenes fue el de Claudio "Pájaro" Cantero, en mayo de este año, y el otro el de su cuñado Martín "Fantasma" Paz, ocho meses antes.
Claudio Cantero. Claudio Ariel Cantero tenía 29 años y un par de antecedentes penales menores a pesar de que estaba sindicado como el cerebro de la Banda de Los Monos, organización familiar a la que atribuyen una red delictiva que va más allá del narcotráfico. La madrugada del domingo 26 de mayo fue sorpresivamente asesinado de seis tiros en la puerta del boliche Infinity Night, en Villa Gobernador Gálvez.
El crimen desató una feroz represalia. Al día siguiente fue asesinado el dueño de la disco, Diego Demarre, acribillado en su vehículo cuando volvía de declarar por el crimen del Pájaro en Tribunales (recientemente se imputó por esa muerte a un hermano de Cantero, "Guille").
Luego mataron a familiares de Milton César, a quien mencionaban como ejecutor del Pájaro. Fue la tarde del 28 de mayo en Francia y Acevedo, a metros de una escuela de la que salían los chicos, donde asesinaron a un hermano y a un amigo de Milton, mientras que la madre de éste quedó gravemente herida y murió varios meses después.
La venganza se frenó, al menos en ese momento, con los múltiples allanamientos y detenciones de miembros de Los Monos —y de más de 10 policías sospechados de estar vinculados con ellos— ordenados por el juez de Instrucción Juan Carlos Vienna en el marco de la causa por el crimen de Paz.
Finalmente, Milton César fue desvinculado del crimen de Cantero, por el que en septiembre cayó Milton Damario tras varios meses prófugo. Así, Damario y Facundo "Macaco" Muñoz son los dos imputados como autores materiales del crimen mientras que el comerciante villagalvense sospechado de narco Luis Orlando "el Pollo" Bassi fue acusado como instigador.
Al ser asesinado, Cantero estaba con dos jóvenes que fueron heridos. Uno de ellos, Lisandro Mena, fue luego detenido por otra causa y liberado días atrás. Pero la madrugada del 24 de diciembre, mientras manejaba una moto, fue asesinado a balazos en Oroño y Batlle y Ordóñez.
Martín Paz. Tras el crimen de Cantero se reactivó inesperadamente la causa por el de Paz. Ocurrido el sábado 8 de septiembre de 2012, el homicidio sorprendió por la hasta entonces poco habitual acción de sicarios en horario diurno —a las 14— y cerca del centro, en Entre Ríos y 27 de Febrero.
Paz iba en su flamante cupé BMW con su pareja y la pequeña hija de ambos cuando, ante el semáforo en rojo, dos hombres en moto se le pusieron a la par y lo acribillaron.
Según la pesquisa, el móvil se vinculaba a un fallido intento de la víctima de abrir un negocio propio. Al parecer, Paz —hermano de la entonces novia del Pájaro— manejaba parte del dinero que los Cantero debían blanquear. A tal fin, recibió la orden de comprar vehículos en efectivo en concesionarias locales, pero al parecer guardó una parte y compró insumos para fabricar cocaína, entre ellos una carga de pasta base que fue incautada camino a Rosario. Por ello no devolvió el dinero invertido sin permiso y, según la causa judicial, los Cantero decidieron su asesinato. Y más allá de que hay un detenido acusado de haberlo ejecutado (Alejandro Norberto “Chino” o “Pato” González, quien proclamó su inocencia), lo más sustancioso sobre este crimen tiene que ver con la investigación que Vienna inició a partir de datos que, entre otras cosas, aportara e l celular de la víctima.
“Tuerto Boli”. Roberto del Valle Padilla Echagüe tenía 43 años y estaba en libertad condicional cuando el lunes 4 de diciembre de 2012 fue emboscado en Donado y Navarro cuando conducía su Chevrolet Astra por esa zona de Fisherton a media cuadra de la seccional 17ª.
Eran cerca de las 22.30 cuando dos hombres en una moto se pusieron a la par de su auto gris metalizado con vidrios polarizados. Uno de ellos le disparó al menos nueve tiros con una pistola. Con seis plomos en su cuerpo, la víctima no pudo controlar su auto, que chocó contra otro y luego se estrelló contra un chalé. El “Tuerto Boli” murió mientras sus agresores se esfumaban.
Padilla y algunos familiares habían sido detenidos en 2008 tras el hallazgo de una cocina de cocaína. En 2010, fue condenado en un juicio abreviado a 6 años y una multa de 50 mil pesos y luego de cumplir tres cuartos de la pena salió en libertad condicional.
Entonces, al parecer, quiso reiniciar sus actividades como narco, para lo que tuvo que ajustar cuentas con un antiguo socio: “El Tuerto C”. En ese marco el 20 de septiembre de 2012 fue asesinado Franco Altamirano, de 19 años, en la puerta de un quiosco de drogas de Tarragona y Juan B. Justo que al parecer se disputaban ambos “tuertos”. Las pistas que colocaban a Padilla como homicida del joven llevaron a los pesquisas a inscribir su homicidio como una venganza.
Santiago Pérez. El “Gordo” Santiago Adolfo Pérez fue asesinado de el 15 de septiembre de 2012. Tenía 35 años y estaba al volante de un Peugeot 308 Cabriolet 2010 que había comprado en enero en unos 160 mil pesos; demasiado para alguien que vivía en un Fonavi sin trabajo declarado.
Sindicado como dealer de drogas del macrocentro rosarino, quienes lo habían visto por esos días lo recordaron como fuera de sí y enemistado con pesados de toda la ciudad. Incluso, el sábado en que fue asesinado había mantenido un áspero diálogo con la hermana de un hombre que está preso en Buenos Aires acusado de liderar una banda de ladrones y reducidores de autos de alta gama. La disputa terminó con una agresión física por parte del Gordo que, según allegados al caso, significó su sentencia de muerte.
Horas antes de ser asesinado, Pérez logró encauzar un problema familiar con su pareja. Pero recibió un llamado a su Nextel y salió a reunirse con una persona, cerca de las 22, en San Juan y Larrea. Luego de unas pocas palabras, un auto color champán con vidrios polarizados pasó por allí, alguien bajó una ventanilla y disparó.
Pérez cayó con cuatro balazos y murió a bordo de su Peugeot negro que ostentaba un calco de San La Muerte. Su crimen dio lugar a una investigación por presunto lavado de dinero que incluyó un allanamiento a la concesionaria donde había comprado el vehículo. También se estableció que un policía en disponibilidad, Juan José Raffo, recientemente detenido por su presunta vinculación con la banda de Los Monos, tenía una tarjeta azul para poder utilizar ese vehículo.
El Japo. Miguel Angel “Japo” Saboldi tenía 35 años y estaba sindicado como segundo de Diego Fabián Cuello, el dueño de una chacra de Alvear donde el 4 de abril pasado se incautaron 19 kilos de droga y armas. Ocho días después ambos estaban presos en la Alcaidía cuando el Japo fue asesinado en un incidente que derivó en un incendio que cobró otras dos vidas.
Fue el 12 de abril, cuando un humo denso empezó a brotar del pabellón 3. Sofocado el fuego, Saboldi apareció muerto mientras otros diez detenidos eran derivados a centros de salud (Guillermo Benavente y Darío Escobar morirían horas después). Si bien primero algunos dijeron que el siniestro había sido accidental, la causa fue caratulada como incendio intencional seguido de muerte, con once imputados.
También por esos días la ex pareja de Saboldi lanzó acusaciones contra el intendente de Villa Gobernador Gálvez, Pedro González, y contra Luis Bassi, un hombre sindicado como narco de esa ciudad que meses después quedaría detenido por su presunta vinculación con bandas narcocriminales investigadas por asociación ilícita en la causa que lleva adelante el juez Vienna.
Pero fuentes cercanas a la investigación presumen que el destinatario de ese ataque no era Saboldi sino Cuello. En este marco, en noviembre pasado trascendieron escuchas que indican que Cuello seguía manejando desde la cárcel de Piñero el negocio narco que se le achaca.
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