“En Rosario siempre tengo nostalgia”

“En Rosario siempre tengo nostalgia”

Diego Montejo | Cruz del Sur

Es uno de los mentores del rock en castellano. En sus cuarenta años de carrera recorrió diversos estilos musicales que acompañaron su crecimiento como músico popular. Con más de un centenar de discos editados como intérprete y más de quinientos en los que participó, ya sea como invitado o cumpliendo el rol de productor, Litto Nebbia se convirtió en un referente indiscutible de nuestra música. “Es lindo regresar a mi ciudad cada tanto”, dice y recuerda los años de su infancia junto a sus padres que fueron grandes artistas y fuertes motivadores de su carrera. En estos días se cumplen cuarenta años de Muerte en la Catedral, uno de sus discos fundamentales, de los que no pueden estar fuera a la hora de analizar su obra. 

En la charla que mantuvo con Cruz del Sur, el músico habló de lo significativo que fue  para él este disco en su carrera profesional y de la reedición de gran parte de su obra. También recordó sus años de exilio en México y  narró una de sus decisiones fundamentales, la creación de Melopea, el sello discográfico que lo acompaña desde hace tres décadas y por el cual pasaron casi todos los exponentes de la música popular argentina.

—Creo que es interesante hablar de su familia, que fue fundamental en su elección hacia el mundo artístico. ¿Cómo eran su padres, alguien más además de ellos fue crucial en ésta decisión?

—Mi padre era Félix Ocampo primer cantor melódico en Argentina. Martha Dennis mi madre, concertista de piano, pianista de adolescente en la primer Orquesta Típica de Señoritas Los Colonos. Mi tío Cacho, hermano de mi madre fue el Profesor John Carver ventrílocuo e ilusionista, con ellos salíamos de gira por los pueblecitos de Santa Fe cuando yo era un niño….

—¿Qué recuerda de esos años con Los Gatos? Alguna anécdota que nos quiera contar. Eran años difíciles donde hacer rock era casi un delito. Otra cosa interesante es su paso por La Cueva.

—Era difícil por un problema de mentalidad. Nadie podía concebir que vos escribieras tus propias canciones y encima que estuvieran escritas en nuestro idioma. Algo inconcebible si lo pensamos hoy día. La Cueva fue un lugar de mitología por todo lo que pasaba a su alrededor, motivo de reunión de  adolescente y todo eso.

—Usted es uno de los creadores del rock nacional, ¿Cómo ve al género en estos días, no cree que se pondera el show antes que lo artístico y que el público ha ganado más protagonismo que los que están sobre el escenario?

—Como siempre ha sucedido con muchos movimientos del arte en cualquiera de sus disciplinas. Luego de una cantidad de creaciones homogéneas y fieles a una propuesta, el negocio se apodera  del espacio y comienza a producir otros inventos para que se desarrollen en el bendito mercado, esto trae un montón de infidelidad artística. Por suerte Argentina es un lugar con mucha reserva cultural y también gran cantidad de músicos dedicados a diversos estilos, pero hoy día todo es para mi gusto, excesivamente comercial. Todo Mundo, los que Producen y los que tocan, la quieren “pegar”  inmediatamente, y no les importa sacrificar calidad.

— ¿Cómo fueron los años de exilio, qué cosas recuerda sobre esos tiempos donde también otros colegas suyos eligieron México como destino?

—Realmente tengo un recuerdo entrañable de México. Gente divina y muy solidaria. Nunca te sentirás igual en una tierra que no es la tuya, pero en ese país realmente me ayudó todo el mundo.

—Melopea es uno de los sellos independientes más relevantes del país. ¿Cómo empezó a gestarse esta historia y debido a qué usted elije ser además de músico productor?

—La decisión de “inventar” Melopea, fue algo así como una cuestión de protección,  para poder seguir haciendo lo que uno quiere sin condicionamientos comerciales. Desde que tomé esa  decisión supe que  se me cerraban puertas a cuestiones más masivas, pero fue mi elección de vida. Poder ser Independiente en el sentido literal para  y con la música, grabar lo que uno quiera sin tener que dar explicaciones a nadie.

—Si tuviese que recordar alguno de los músicos que pasaron por Melopea, ¿Quiénes cree que dejaron una huella en usted y por qué?

—Imagináte que hasta la fecha en casi 23 años, se han realizado en Melopea más de 600 álbumes. Como orgullo y sentimiento puedo mencionar a Cuchi Leguizamón, Roberto Fats Fernández, Enrique Cadicamo,  Virgilio Exposito, Leda Valladares, Dúo Salteño,  Roberto Goyeneche, Rubén Rada, Adriana  Varela,  Waldo de los Ríos, Suma Paz, Antonio Agri, Héctor Stamponi, Horacio Ferrer-y muchísimos más que injustamente no mencionaré por falta de tiempo y espacio.

— ¿Qué representó Muerte en la catedral en su carrera, en qué contexto histórico y artístico lo edito en su momento?

—Increíblemente se cumple este año el 40 Aniversario de ese disco. Un disco que en su momento fue de vanguardia y hoy resiste el paso del tiempo. Con canciones que se desprendieron históricamente, como Vals de mi hogar o El otro cambio,  los que se fueron. Era una época difícil, donde todo este tipo de expresiones eran censuradas.

— No es la primera de sus obras que reedita. ¿Cuáles fueron y por qué decidió reeditarlas?

—Cada día más tengo un público donde se mezcla gente de distintas generaciones. Están los que me siguen de la primera época, los de  la generación intermedia y también los jóvenes de hoy en día. Muchos de ellos, hay parte de mi material que desconocen, por eso las reediciones,  sirven para actualizar la discografía.

 —Creo que en usted además de inspiración hay un trabajo arduo e incasable, grabó más de cien discos. ¿Cómo se logra semejante carrera?

— Yo creo que es pura pasión, vocación y destino.

—¿Qué cosas siente cada vez que regresa a Rosario, sigue frecuentando la ciudad más allá de su actividad?

 —Siempre tengo un poquito de nostalgia. Me encuentro con amigos viejos y siempre aparece alguien mayor por las calles que me habla de alguna anécdota de mis padres. Rosario cuenta con cierta magia que no tiene otras ciudades. En esta oportunidad estaré tocando con mi nueva agrupación Aire fresco que esta compuesta por,   Ernesto Snajer en guitarras,  Leopoldo Deza en flauta y teclados, Juan Ingaramo percusión y voces, mientras que yo toco piano, órgano, guitarra y canto.