En barrio Bella Vista, Raúl Bragos, de 53 años, abrió el mirador de la puerta y vio que asaltaban a dos vecinos. Quiso ahuyentar a los ladrones y uno le disparó.
Un vecino frente a la casa de Raúl Bragos, que se asomó al mirador rectangular de la puerta y recibió un tiro en el parietal izquierdo. (Foto: C. M. Lovera) |
El asesinato de Raúl Omar Bragos, a las 3.15 del primer día del 2013, fue un mazazo no sólo para sus vecinos de Ituzaingó al 3200 sino para una parte mayor del barrio Bella Vista. Y no fue sólo por las circunstancias del crimen sino por lo que Bragos representaba para sus pares. "Era el alma no sólo de esta cuadra sino de la zona. Era el que organizaba el asado de fin de año u ofrecía una mano a algún que tuviera un problema. Un vecino con un corazón enorme". Así era Bragos según una doña de su cuadra.
Poco después de las 3 de la mañana Raúl, de 53 años, dormía junto a su esposa en su casa de Ituzaingó 3225. La habitación de la pareja tiene una ventana a la calle. A las 3.15 el sueño de Bragos fue sobresaltado por gritos. En la vereda, a un par de metros de la ventana, tres pibes estaban siendo asaltados por dos ladrones en moto.
Raúl sólo pensó en Agustín, uno de sus cuatro hijos, de 12 años, que estaba en la esquina de Ituzaingó y Crespo, a punto de volver a la casa. Por eso se levantó de un salto, fue hacia la puerta de chapa y abrió el mirador para asomarse.
A quemarropa. Observó la escena del robo e insultó a los ladrones con la intención de que dejaran ir a sus víctimas. Uno de los maleantes le apuntó e hizo entre tres y cuatro disparos. Uno de esos plomos le pegó a Bragos en la cara, que quedó expuesta por el rectángulo de 11 por 20 centímetros del mirador. El hombre se desplomó agonizante en el patio de su casa, sin haber siquiera abierto la puerta de la vivienda.
"Mi papá estaba durmiendo con mi mamá. Eran las 3.15. Tres pibes que viven acá a la vuelta pasaban por la vereda de mi casa y dos tipos en moto les quisieron robar. Uno se bajó y mientras los apuntaba les dijo: «Dame la billetera». Mi papá escuchó eso y pensó que me estaban asaltando a mí. Abrió el postiguito de la puerta y los puteó. Pero no era para que le tiraran. Le dispararon y mataron a mi papá". Así Agustín contó la muerte de su padre. El pibe, flaquito, de poco más de un metro 50 enfrentó a los medios con inquietud: "Tengo que contar lo que pasó porque sino nos van a matar a todos", exclamó.
A Bragos lo trasladaron en la camioneta de un vecino y con escolta policial de la seccional 13ª porque la ambulancia no llegaba. Tenía una herida sobre el parietal izquierdo. Ingresó en estado desesperante al Clemente Alvarez, ubicado a tres cuadras. Tras 45 minutos de reanimación cardiorrespiratoria (RCR) fue declarado muerto, víctima del primer homicidio de 2013.
En la escena no quedaron vainas servidas, lo que hizo inferir a los investigadores que el matador manipulaba un revólver de bajo calibre. Otro de los proyectiles impactó sobre una pared que separa la puerta de ingreso a la vivienda de un portón de chapa.
En la calle. El lugar del drama es Ituzaingó al 3200, entre Vera Mujica y Crespo, a la vuelta de la parroquia Nuestra Señora de Lujan, que se alza en Godoy al 3300.
Allí los vecinos cuentan que impera el asalto callejero. Delitos donde el maleante tiene la sorpresa de su lado y la víctima poco puede hacer para prevenirlo.
Los vecinos contaban ayer que hace pocas semanas la esposa de Raúl Bragos fue blanco de un arrebato. Eso llevó a los habitantes de la zona a plantearse como medida de seguridad un sistema de alarma comunitario en el que todos están comunicados. Ante una amenaza, el vecino pulsa un botón de pánico y todas las alarmas de la cuadra se activan. Cada casa de la cuadra donde vive la familia Bragos tiene un cartel que indica: "Vecinos en alerta".
"Yo estaba durmiendo, pero mi esposo escuchó los disparos, miró por la ventana y vio a dos muchachos que no podían poner en marcha una moto. Estuvieron así como un minuto y se fueron para la esquina de Vera Mujica", comentó una vecina que reside frente a la casa de Bragos.
En una moto blanca. Media docena de testimonios, en manos del juez de Instrucción en feria Alejandro Negroni, dieron crédito a la versión de que los ladrones que asaltaron a los tres pibes frente a la ventana donde dormía Bragos se movían en una moto blanca, tipo enduro. La descripción de los maleantes fue clásica: el conductor llevaba puesto casco y el acompañante llevaba puesta gorrita. El resto del relato se completó con la secuencia de la fuga.
Los delincuentes caminaron con la moto tratando de ponerla en marcha. Cuando la pusieron en marcha tomaron por Vera Mujica de contramano para doblar por Presidente Perón.
Agustín, que estaba a una cuadra de su casa, en la esquina de Crespo e Ituzaingó, relató que los asesinos de su padre circulaban en una "Guerrero 110 color negra" que escapó "por Ituzaingó y dobló por Crespo". Es decir, una secuencia completamente a la inversa de los otros testimonios. "Pasó por adelante nuestro", dijo Agustín. El caso es investigado por la seccional 13ª y la sección Homicidios.
Colectivero a dos años de jubilarse
Raúl Bragos trabajaba como chofer de colectivos de la empresa Semtur. Era padre de cuatro hijos de entre 21 y 12 años. Agustín, el menor de ellos, contó que estaba a dos años de jubilarse. Esto porque los afiliados a la Unión Tranviarios Automotor (UTA) pueden retirarse a la edad de 55 años con 30 años de aportes efectuados.
Recientemente, según sus vecinos, la familia había logrado terminar de construir una planta alta para mayor confort familiar. Ayer se levantó a la hora a la que lo hacía todos los días. Su mujer le dijo que pulsara el botón de la alarma comunitaria pero la inquietud por la chance de que su hijo estuviera en peligro le hizo desoir el consejo.
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