Paseo por el tradicional y elegante Boulevard Oroño Rosario, es una gran ciudad, alegre y cosmopolita, llena de calles arboladas, avenidas y paseos animados que, desde niña, me invitaron al descubrimiento de su historia y su cultura.
Dentro del programa de un fin de semana, les propongo recorrer una de las vías más antiguas y tradicionales de la ciudad: el “Boulevard Nicasio Oroño”. Mi vida se fue desarrollando alrededor de esta calle. Mi colegio, la facultad donde cursé mi carrera, están aquí. Y hoy vivo a sólo cuatro cuadras.
En sus orígenes, a mitad del siglo XX, se lo conocía como “Boulevard Santafesino”, y hoy se extiende desde el “Parque de la Independencia”, el que fuera diseñado a principios del siglo pasado por el arquitecto francés Carlos Thays, hasta las barrancas del río Paraná.
A lo largo de más de 25 cuadras pueden disfrutar de lo que llamo “un ambiente típicamente rosarino”, flanqueado de lo mejor de la arquitectura local, de las numerosas mansiones de las familias que fundaron Rosario, rodeadas de plátanos y palmeras. Estos árboles son los más característicos del paseo, que cuenta también con muchas otras especies que se ubican, por pares, a ambos lados del camino central.
Los domingos por la mañana el boulevard forma parte del recorrido de la “Calle Recreativa” que se reserva como paseo peatonal al público. La calle recreativa permite a los rosarinos y a los visitantes optar por caminar, patinar o pasear en bicicletas o rollers. Es un día muy oportuno para conocer el Boulevard Oroño. Aunque siempre paseo por allí, la sensación que siento ese día de la semana, esa de “apropiarme” de esta vía y de una parte de la ciudad, es maravillosa.
Dejando atrás el “Parque de la Independencia”, en la intersección con la tradicional “Avenida Pellegrini”, se destaca el edificio del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (Pellegrini 2202), sede de numerosas exposiciones de artistas nacionales e internacionales. En setiembre del 2011 alojó una muestra retrospectiva del genial Salvador DALÍ, “Los ojos del Surrealismo”. Tener a DALÍ de visita en la ciudad fue una gran experiencia. Y frente al museo, jardines de por medio, se levanta otro edificio emblemático de Rosario: el nuevo edificio de los Tribunales Provinciales.
Siguiendo por el paseo se suceden mansiones impresionantes, hoy ocupadas por instituciones de la ciudad, que mantienen intacto el patrimonio arquitectónico. Una de ellas es mi colegio, el Dante Alighieri (Nº 1160), cuya piedra fundamental fue colocada en el año 1924 por el heredero al trono de Italia, el príncipe Humberto de Saboya. El edificio contiguo, que hoy ocupa la Casa de la Cultura del colegio, era la mansión de Miguel Monserrat, una de las familias más reconocidas de Rosario.
Pasear por el Boulevard Oroño es un placer, tanto en otoño como en primavera, uno de mis paseos favoritos. Me encanta convertirme en turista en mi ciudad y tomar contacto con su historia y con su presente. Para gente como yo se hizo una acción participativa en el Boulevard Oroño, que se conoce como “Romántica del Boulevard”. Fíjense en esta reconstrucción histórico-fotográfica que repara la memoria colectiva y el patrimonio histórico de Rosario. Suelo detenerme a observar las fotos instaladas en el centro del boulevard, y las comparo con el edificio que tengo enfrente. Juego a reconocer aquel patrimonio que hoy no está igual.
Otros edificios que me encantan son el de la Residencia del Consulado de España (Nº 1024), de estilo neobarroco, la mansión que pertenece al Colegio Nuestra Señora de La Misericordia (Nº 960) y la capilla, proyecto éste de los arquitectos Micheletti, del que se sabe ha merecido elogios desde el mismísimo Vaticano, y el maravilloso palacio de los Tribunales Federales (Nº 940), palacete construido a fines del siglo pasado. Frente a éste me detengo a revisar el monumento tan original que se le ha dedicado a los desaparecidos en la época de la dictadura.
Otro de mis edificios favoritos es de la Iglesia Evangélica Alemana (Nº 609), en la esquina con la calle San Lorenzo. Aprecio el estilo neogótico alemán, y siempre me detengo en la torre lateral, donde observo la cúpula en chapa. Es muy hermoso.
Sigo caminando en dirección al norte y me detengo a admirar, en la intersección con calle Córdoba, el imponente edificio de La Comercial de Rosario, realizado por los arquitectos De Lorenzi, Otaola y Roca, en estilo racionalista alemán. Y a una cuadra, sobre la esquina con Rioja, se destaca el edificio Gilardoni, concretado por los mismos arquitectos que el anterior. Y ahí es que pienso: “Marcaron toda una época!”
Cuando el Boulevard Oroño se encuentra casi con el paseo ribereño me detengo en el mercado de antigüedades que se instala los fines de semana, o bien avanzo hacia la barranca y, en los Silos Davis, visito el M.A.C.R.O., el museo del arte contemporáneo de Rosario. Este museo es a menudo sede de exposiciones impactantes y controvertidas. Nadie permanece indiferente a ellas. Yo, menos que nadie.
Elisa |
Como pueden ver, el Boulevard Oroño es una arteria imperdible: arte, tendencia, arquitectura, ambiente bien rosarino.
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Carlos