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Túneles en Rosario: la enigmática historia de una ciudad que no se ve

Written By Charles Francis on 10 noviembre 2012 | 12:27

Hay una media docena de pasadizos que fueron estructuras de distintos servicios. A pesar de que no se encontraron registros, se los asocia a la mafia y al contrabando.
El paisaje subterráneo de Rosario siempre dio que hablar. La imaginación incluyó túneles y pasadizos como escenarios non santos, a pesar de que algunos figuran en viejos planos y tenían funciones operativas. Pero más allá de lo que se considera el único túnel visible de la ciudad, el ducto vial entre Sarmiento y España, hay al menos media docena de pasillos bajo tierra en predios donde funcionaron estructuras ferroviarias y sanitarias. A esto hay que sumar un triduo de los que sólo queda la memoria popular como registro. Dicen que en aquellas penumbras hubo de todo.

Muertes, ánimas, encuentros furtivos entre médicos y monjas, reuniones de templarios y hasta una prostituta poco agraciada que incrementaba su clientela mostrando desde un sótano un acceso oscuro al que ningún valiente se le animó. Como venas, como intestinos, como cañerías. En el subsuelo de la ciudad corren por igual infraestructura, desechos y fantasías. Contraluz de la vida cotidiana, entre la humedad y las sombras, los túneles forman parte de esa nervadura real o intuida que Rosario incorporó a sus leyendas urbanas y se volvieron referencias inquietantes a la hora de hablar de la historia cercana. Son galerías misteriosas, sótanos o grutas que la memoria popular pobló de densos relatos sobre contrabando, mafia y juegos clandestinos.

Los historiadores hablan de la cuestión con otro rigor. Pero al final, nadie le escapa al tema. “Cuando compramos esta casa un viejito del barrio nos dijo que había sido un despacho de bebidas con juego  clandestino, y cuando llegaban las redadas policiales todos se escapaban por un túnel que está tapiado en el sótano”, explicaron los integrantes de la familia Pierpaoli. La vivienda está en Gorriti 209 y en el amplio espacio subterráneo se destaca una antigua arcada, ahora cerrada a cal y canto.

¿Cuánto hay de cierto en estos relatos? “Una ciudad tiene muchos niveles, no es lo mismo la ciudad nocturna que la del trabajo. En Rosario se puede ver este caleidoscopio, hubo una ciudad prostibularia y de otros formatos marginales, todas con sus mitos y leyendas”, explicó el periodista e investigador Guillermo Zinni, que durante años dio a conocer en La Capital la vida cotidiana de la ciudad cuando corría el siglo XIX. En su opinión, estas narraciones hasta configuran la identidad de un comunidad que intenta, a través de crónicas ficcionales, despegar de la monotonía.

Para Zinni, los túneles como conexión entre partes para el contrabando es una leyenda urbana. “Era más fácil corromper a un funcionario que cavar una galería bajo tierra”, ironizó. Y comentó que alrededor de 1905 se podía bajar mercadería en cualquier punto del río, porque los puertos eran llanos y las cargas llegaban a través de vapores pequeños, ya que los barcos quedaban a varios metros. Antes de esa fecha no se podía pensar en túneles por la geografía del lugar.

En el puerto y sus labores con sus movimientos de banderas extrañas e inmigrantes, las leyendas sobre túneles hicieron pie con más fuerza. “En los planos del puerto de principio del siglo XX están marcadas unas 10 ó 12 grutas que las empresas utilizaban como depósito de mercadería, alrededor de allí surgió el mito”, explicó Zinni. “Toda ciudad acepta un poco de magia”, argumentó.

Para el vicepresidente de la Junta de Historia de Rosario y director del Museo de la Bandera, Miguel Carrillo, la vida secreta que posibilitaron los túneles es una leyenda urbana. “Los que suscitan más fantasías son los que conectaban a las casas de comercio con las barrancas”, comentó. Y encontró una explicación en el sistema de cargas que bajaba la mercadería por galerías con especies de carretillas, aprovechando el desnivel.

Según Carrillo, por el río Paraná, desde el parque España hacia los silos Davis y aún más allá, todavía se pueden ver las bocas de salida de las añejas galerías, aprovechadas también por el sistema de desagües. “La fantasía agregó que se utilizaban para el contrabando, cuando en realidad esos túneles eran de dominio público y las autoridades de aquel entonces no podían ignorarlos”, explicó y dio por sentado el carácter operativo de los pasadizos, tal como ocurre en el Monumento

Sin fantasía. El historiador Rafael Ielpi coincide con el sesgo racional a la hora del análisis. “Poseedores de un natural ingrediente de misterio, los túneles de Rosario ostentan sin embargo una inequívoca inocuidad, mal que pese a los reiterados intentos por encontrarles móviles secretos”, aseguró. Y repasó la fantasía con la que los históricos subterráneos se inscribieron en el imaginario popular: facilitar el contrabando en la época dorada del Rosario portuario, aguantaderos de una amplia fauna carcelaria al uso y estilo del gangsterismo americano, y hasta acercamiento entre comunidades religiosas de distinto sexo.

“Hoy los túneles ofrecen la derruida o decadente imagen de una época, mostrando sólo el desuso, el olvido o la indiferencia”, concluye. Según el arquitecto José Mario Bonacci, en su artículo “Túneles bajo tierra y en penumbras”, publicado en la edición del 20 de julio de 2003 por La Capital, “la idea de andar o navegar bajo la superficie de la tierra siempre sugiere un dejo de misterio con una pizca de aventura aquí y en cualquier parte del mundo”.

A favor de su argumento detalla: una Roma eterna con sus catacumbas, las cloacas de París, el submundo del subte de Buenos Aires y hasta la alegoría planteada por Ernesto Sábato en su novela de estructura psicológica “El Túnel”.

Qué dicen los especialistas
¿Qué dicen los especialistas sobre el escenario rosarino bajo tierra? Según el licenciado Soccorso Volpe, desde la arqueología se descubrieron estructuras que pueden corresponder a túneles de ferrocarril, canales de entubamiento hechos de mampostería y de otro tipo de servicio. “Otra cosa es la imaginería popular que se tejió en torno a esas galerías, que junto a los sótanos que abundaban en el pasado contribuyeron a alimentar esta especie de leyenda”, explicó.

“Sólo haría falta ubicar a los piratas, porque la fantasía le hizo lugar a los mafiosos”, ironizó Volpe. Y dijo que lo realmente importante de este tema es el aspecto antropológico, esto es la interpretación de la necesidad de crear relatos
que de alguna manera explican o justifican aspiraciones generales. “En el caso de Rosario aventuro una hipótesis: como aquí nunca se encontraron restos de muros antiguos, la fantasía construyó túneles poblados por seres misteriosos como bandidos y contrabandistas”, indicó.

Según Volpe, la exploración del subsuelo incluye otro capítulo interesante, el de las casas edificadas en lo que hoy es avenida Belgrano, pero que entre los años 1850 y 1870 estaban dos metros por debajo. “Cuando construyeron la traza actual de la calle, esas viviendas quedaron debajo y también se construyó toda una leyenda al respecto”, explicó.
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Carlos

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