De una vinería a un club de pueblo y de ahí a la cárcel

El detenido en España por contrabando de drogas tiene su prontuario limpio en la provincia. Esa “pureza” contrasta con las persistentes habladurías en la zona. “Siempre vivió zafando”, dijeron.

Según datos del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, en los últimos 30 años en el Archivo General de la Unidad Regional II no hay trazo alguno de actividad ilícita de Patricio Daniel Gorosito. Si bien en sistemas de información nacional aparecen algunos antecedentes de infracción a la ley penal, su ficha policial en la provincia contrasta con las persistentes habladurías en la zona: está limpia.

Nadie cree, sin embargo, que Gorosito haya forjado su portentosa capacidad económica en base a los ingresos de su vinería Patricio Primero. Y menos aún que la lozanía de su legajo policial se explique de otro modo que no sea por la consabida práctica de compraventa de prontuarios. Cuando adquirió las 21 hectáreas donde construyó en tiempo récord el Club Real Arroyo Seco el asombro por la velocidad y la calidad de las obras sólo provocó asombro a quienes no eran vecinos.

El emprendimiento empezó en 2004. Poco más de un año después estaban terminadas siete canchas de medidas profesionales, seis para fútbol infantil, ámbitos de entrenamiento, gimnasio y espacios de alojamiento de primera línea. También un estadio donde en la temporada 2005/2006 Tiro Federal actuó de local en la 1ª División de AFA.

Tan buen nivel tenía el predio que los planteles de primera de Independiente y Arsenal lo utilizaban para entrenar cuando jugaban en Rosario. No es casual que fueran los dos equipos más próximos a la sensibilidad de Julio Humberto Grondona. Es que el hombre fuerte de la AFA, asiduo visitante del club, mantenía una relación estrecha con Gorosito.

Acuerdo de partes

El informe de los periodistas Manuel Marlasca y Luis Rendueles, publicado por la revista Interviú de España el 16 de marzo pasado, enfatiza cómo Gorosito prosperó al decisivo influjo de Grondona.

La publicación refiere que el llamado Don Julio fue el artífice del acuerdo de colaboración por 300 mil euros que el 4 de octubre de 2006 firmó Real Arroyo Seco con Barcelona Fútbol Club, que trajo al entonces presidente de esta institución, Joan Laporta, al predio arroyense. El texto indica que Grondona también promovió el agasajo que Laporta recibió en el Congreso del ex vicepresidente Daniel Scioli.

Pero la figura que interesa al informe es la de Gorosito. Destaca a propósito que un memo de la Secretaría de Inteligencia del Estado argentino, que seguía a Grondona desde 2003, vinculó al jefe de la AFA con acuerdos con barrabravas, fraudes electorales, presiones a magistrados y blanqueo de capitales a través de diversas empresas y del Deportivo Colonia, un club uruguayo del que Gorosito, precisamente, era gerente.

“Los informes de inteligencia citan a Gorosito como uno de los testaferros más importantes de Grondona”, indica la publicación española.

Silencio de cementerio

Al indagar en estos días sobre Gorosito en su terruño cunde un silencio de cementerio. La mayoría prefiere la garantía de la boca cerrada sobre el hombre que en 2003 abandonó el Athletic de Arroyo Seco tras perder por seis votos una elección ante Roberto Donati, pero que durante los 80 fue artífice de que el Boca dirigido por Alfredo Di Stefano llegara a jugar al Estadio Gabino Machuca de esa ciudad.

Tras eso fundó el Real Arroyo Seco para procurar cobrarse la deuda de honor por la derrota y, susurran en el pueblo, usar a la institución deportiva para el blanqueo de activos que provenían de otro lado.

Pareció que lo iba logrando. En 2004 el Real hizo una campaña magnífica con Oscar Crayacich como técnico y con jugadores que Gorosito iba adquiriendo. En 2005 llegó a la final del Argentino A donde se detectó el uso indebido de futbolistas que tenían cédulas de la policía argentina siendo extranjeros (ver página 21). Se le atribuye haber sido dueño del pase del atacante Víctor Piris Alves, hoy goleador del Nacional B, y haberlo transferido al San Luis Potosí de México en 600 mil dólares en 2007.

Pese a eso, Gorosito no desdeñó el perfil bajo ni hacer uso de un poder que creía ilimitado. Hubo excepciones. En febrero de ese año la prensa italiana y argentina dio cuenta de cómo aplaudió con fervor a un jugador de su club cuando en un torneo juvenil en Viareggio (Italia) le dio una patada al árbitro Ennio Cornero, que había expulsado a cinco jugadores del Arroyo, desatando un incidente mayor.

Far west en Viareggio, tituló La Gazzetta dello Sport. Ya eran tiempos del cimbronazo económico que lo impulsó a una operación resonante: la cesión de las instalaciones del Real a Rosario Central por 16 millones de pesos. Al ex titular auriazul Horacio Usandizaga el dato del posible negocio se lo arrimó el ex jefe de policía provincial y directivo canalla Ricardo Milicic.

Las gestiones por la compra fueron llevadas adelante por el fallecido ex vicepresidente Alfredo Bühler. El acuerdo se selló en junio de 2008.

No hay antecedentes penales por infracción a la ley de drogas en el historial policial de Gorosito. Sí tuvo causas abiertas por estafas y robo de automotor, algunas en la provincia de Salta. Nunca cumplió condena.

Los pocos que en Arroyo aceptan soltar unas pocas palabras mordidas se compadecen de los hijos de Gorosito, a quienes destacan como gente querida.

No por él, a quien tachan de arrogante, grosero y amenazador. Dicen que ellos, como todos en el pueblo, siempre supieron de dónde venía la capacidad económica. Sin embargo prefieren no dar la cara. También que Gorosito es un vecino al que la policía provincial nunca molestó.

A menudo logró imponer la duda de si se dedicaba o no a eso que ahora está publicado en medios españoles y argentinos. “Parece que ese tiempo terminó”, dice un antiguo conocido.

“Acá no iba a caer nunca, es un tipo que siempre vivió zafando. Por eso prefiero que no sepa que hablé de él. A ver si todavía vuelve. Ahora está en España pero no podemos saber si logrará zafar una vez más. Es lo que hizo toda la vida”.