Carlos Eduardo Robledo Puch le envió al periodista Rodolfo Palacios 45 cartas, mientras duraron las entrevistas para el libro. Algunos párrafos de esa relación epistolar:
La historia. “Ayer gané seis partidas de ajedrez al hilo. Hoy jugué sólo dos.
La primera, que la tenía ganada, la perdí a lo último por cancherear (encerré a mi rey). La segunda la gané. Mañana, seguiremos jugando, como siempre. Soy un hombre henchido de orgullo, al que le encantan los desafíos, las contrariedades, los problemas a resolver o a vencer. Por eso me gusta jugar al ajedrez. No necesito que nadie me humanice. Soy consciente de la clase de hombre que soy; el mismo que alcanzó a decirle y escribirle a su padre: «La historia me justificará»”.
Madonna. “En la sociedad que construiré no podemos permitir que se invite a dar un recital a personas como Madonna. La expresión Madonna Santa (en italiano), quiere decir Virgen Santa. Toda esa gente que ha pagado por adelantado casi setecientos pesos para ver en la cancha de River a una actriz porno no es solamente gente necia, es gente que está extraviada. Por la ausencia de referentes y de líderes se rinden y van a los pies de la gran ramera. La maldad se está multiplicando en todos los órdenes y Dios es infinitamente paciente y misericordioso. Se agotaron todas las entradas para ver a Madonna. Dicen sus fans que ella es la cantante pop número uno. Para mí es blasfema y obscena. Canta el tema «Como una virgen» y se lo dedicó al Papa porque dice que Dios la ama. Es una irrespetuosa. En mi nación no habitarán seres de este tipo”.
¿Qué tendrá el Petiso? “No quiero ser el que aparece en la historia a la altura del Petiso Orejudo. Tengo perfecta opinión formada acerca del Petiso Orejudo y de otros asesinos famosos, pero no es ético que yo haga ese tipo de comentarios ya que «con la vara que medís, serás medido», dijo el Señor. Pero estoy cansado de que me comparen con el hijo de mil putas del Petiso Orejudo, Cayetano Santos Godino”.
El último Robledo Puch. “Desde esta soledad absoluta, sé que soy el único Robledo Puch que queda en el mundo: no hay otro. No tengo hermanos. Mis padres han muerto. Los pocos familiares que me quedan se han mutilado el apellido por vergüenza: ahora se llaman Robledo a secas. Nadie me viene a ver. Nadie me espera. Estoy solo en el mundo. Es increíble cómo uno queda solo cuando cae en desgracia. Llevo preso treinta y siete años. Pasé más tiempo en prisión que fuera de ella. No soy un peligro para nadie: ni para mí mismo. Ni siquiera me lastimo cuando me afeito. Tal vez no haya conocido la felicidad. Ni de niño, ni de joven, ni de viejo. No he vivido nada”.
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Carlos