17-01-10.- En la ciudad ya hubo siete homicidios en lo que va de enero. El último se produjo ayer a la mañana. Un playero de 32 años fue asesinado de un tiro en el pecho al tratar de evitar un asalto en la estación de servicios de Circunvalación y 27 de Febrero. El drama se desató cuando su patrón llegó en pleno atraco y les gritó a los maleantes. El empleado tiró los billetes al aire y en una fracción de segundo el robo condujo al homicidio. Este crimen ocurrió sólo ocho horas después del asesinato de un comerciante en villa Banana (más en la página 41).
Cuando Ernesto Fabián Maidana, de 38 años y padre de una nena de 2, tiró al aire el dinero que llevaba en la billetera, uno de los ladrones se enfureció y tras dedicarle un insulto le disparó a sangre fría en el pecho. El proyectil le ingresó al trabajador entre la axila y la tetilla derechas y quedó alojado en su cuerpo. En el acto, y en otra salida demencial, el tirador giró y abrió fuego hacia donde estaba parado el dueño.
Sólo por un acto reflejo el propietario de la estación se arrojó al piso y el proyectil le rozó el cuello. Ese plomo impactó contra un camión cisterna que estaba detrás del hombre y una de las esquirlas de la munición le dio en la nuca, lo que le provocó una herida leve. Luego los ladrones juntaron los cuatro o cinco billetes que quedaron sobre el suelo y huyeron en su moto.
El único. A la altura de 27 de Febrero, la colectora oeste de la avenida Circunvalación se llama José María Rosa. En esa esquina, desde hace varias décadas está asentada una estación de servicios que hoy funciona bajo la marca EG3. Tiene tres surtidores, un par de oficinas, dos baños, un minimarket y snack bar. Está abierta todo el año entre las 6 y la medianoche.
Desde hace más de 15 años en ese lugar trabajaba como playero Maidana, quien residía a pocas cuadras de la EG3. Ayer a las 7.30, cuando la mañana se desperezaba, era el único trabajando en el playón de la estación, enfundado en la remera roja de la empresa.
Serie infortunada. A esa hora llegaron dos muchachos en una moto de 110 centímetros cúbicos. Se estacionaron en el segundo surtidor, en el medio del playón. “No eran de la villa. Estaban bien vestidos”, indicó Luciano D., dueño del lugar, quien terminaba de estacionar su Peugeot 504 celeste en uno de los extremos del parador, a unos 15 metros del surtidor donde se iniciaba el asalto.
“Estacioné y lo vi a Fabián con los dos tipos en moto. Algo no me gustó, me pareció que lo estaban choreando, y les grité: «¿Que están haciendo hijos de puta?»”, recordó ayer el comerciante. A partir de ese grito, y en una fracción de segundo, todos los protagonistas de la historia realizaron movimientos que fueron condicionantes para un lamentable final.
Tras el grito Maidana, que tenía algunos billetes en su mano para entregárselos a los ladrones, los arrojó por el aire. El maleante que portaba un revólver, aparentemente calibre 38, lo insultó y le disparó a quemarropa al lado derecho del pecho. Mientras Maidana caía como en cámara lenta y los billetes volaban, el delincuente apuntó hacia Luciano. Y casi sin mediar un intervalo volvió a disparar. El dueño se arrojó al piso, el plomo le pasó rozando el cuello y se partió en pedazos al pegar contra un camión cisterna. Una de esas esquirlas, de rebote, dio en la nuca de Luciano y le provocó sólo una herida leve. “El tipo nació de nuevo”, comentó un pesquisa en el lugar del homicidio. Los ladrones juntaron los billetes y huyeron. Maidana falleció minutos más tarde.
Un buen empleado. “Era un buen pibe. Trabajador. Muy querido. Era evangélico y visitaba la Iglesia Redil de Cristo. Tenía una nena de 2 añitos”, explicó Miguel, de 57 años, y también empleado de la EG3. Miguelito, como lo conocen en el lugar, todavía luce en su cuerpo las huellas del último robo que sufrió, en ese mismo lugar, hace un año. Un corte en el pómulo y la falta de movilidad en dos dedos de su mano izquierda. “Vinieron, como esta vez, y se me metieron en el lugar donde se vende lubricante. Les di la plata, pero querían más. Eran tres tipos. Me pegaron y me cortaron. Me dejaron por muerto”, recordó el trabajador.
“La verdad es que no sé cómo hacer para trabajar. Es como le dije al comisario de la 32ª: me roban todas las semanas. Pero no voy a ir a hacer la denuncia por 20 pesos. Por eso esta estación cierra entre las 0 y las 6. ¿Para que la voy a tener abierta, para exponer a la gente? Mirá lo que le pasó a Fabián”, recalcó Luciano.
“El playero era un buen empleado. Le cuidó la plata al patrón hasta la muerte. ¿Cuánta plata podía tener en la billetera? ¿Doscientos pesos?”, se preguntó uno de los investigadores del crimen. Intervienen la comisaría 32ª y la Sección Homicidios.
Por Leo Graciarena / La Capital
Por Leo Graciarena / La Capital
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