Fue el lunes a la noche y lo atribuyen al viejo conflicto entre bandas de Ameghino y de Centeno.Otro cliente del comercio fue gravemente herido.
Hay cosas en Tablada que parecen comenzar a cambiar. Pero hay otras que no. La apertura de calle Centeno entre Ayacucho y Patricias Argentinas le está dando aires de barrio a uno de los sectores más empobrecidos de la zona. Sin embargo los asesinatos a balazos en Ayacucho al 4100, una cuadra con una sólida tradición de violencia en los últimos cinco años, parecen continuar. El lunes a las 22 Emanuel Ezequiel Tomé, de 17 años, fue asesinado a balazos por tres muchachos del barrio cuando esperaba en la vereda para hacer una compra en una granjita. En el mismo episodio un vecino de 56 años recibió un balazo en el pecho y quedó internado en estado reservado.
"No sé como pasó esto. Justo había venido un amigo para a comprar una gaseosa y yo fui a buscar cambio para darle el vuelto. Y ahí escuché cinco o seis tiros. Si yo hubiera estado parado en la ventana cuando fueron los disparos, me hubieran dado un balazo", describía ayer, totalmente conmocionado, el dueño de la granjita en cuyo frente ocurrió la balacera.
Baile y balas. Si bien los testimonios no abundan en el caso que investiga el fiscal de Homicidios Damián Cimino, los vecinos indicaron que el ataque se dio en el marco de la histórica reyerta que mantienen dos gavillas del barrio: la de Ameghino contra la de Centeno. "El sábado a la noche hubo un baile, acá a la vuelta por Garibaldi, se agarraron a tiros y dos pibas fueron baleadas en las piernas. Se ve que a este pibe lo vieron o estuvo ahí y se la juraron", contaba ayer un vecino.
En el barrio surgieron tres apodos: "El Gordo Luchi", "Brian" y "Franquito", pibes de entre 17 y 19 años mencionados alguna vez en hechos de tiros.
En tanto, en la escena del crimen quedaron diseminadas ocho vainas servidas calibre 9 milímetros y en el frente de la granjita quedaron marcados al menos cuatro impactos.
Cuadra difícil. Ayacucho al 4100, entre Centeno y Garibaldi, no es una cuadra sencilla. En los últimos cinco años se ha ganado un lugar en las crónicas policiales por ser escenario en innumerables hechos violentos con pistolas humeantes y sangre derramada.
Uno de los últimos crímenes registrados en esa cuadra sucedió la tarde del jueves 26 de septiembre pasado en la esquina de Ayacucho y Centeno, frente a un quiosco sobre la vereda de los pares. Fabricio Leonel Montes, de 20 años, estaba allí con otros chicos cuando, según contó entonces su madre, "pasaron dos motos, se pararon y empezaron a disparar al montón".
Y otra vez, como aquella tarde, ayer los vecinos volvieron a relatar sobre el enfrentamiento entre las bandas de Ameghino y Centeno. Dos grupos de pibes del mismo barrio al que los separa mucho más que una delgada línea imaginaria que divide al mundo en posiciones irreconciliables. Para los de Ameghino, la frontera es Centeno. Y viceversa. Coordenadas geográficas que pueden cobrarse una vida.
En la cola. El lunes alrededor de las 22 Miguel Angel G., un vecino de 56 años conocido en el barrio como "Kelly", esperaba en la vereda para comprar una gaseosa en la granja de Ayacucho 4177. Mientras le despachaban la bebida, detrás de él se ubicó Emanuel Tomé a esperar ser atendido. A esa hora un móvil de Gendarmería montaba guardia en Patricias Argentinas y Centeno, a unos 150 metros del almacén.
Según se comentaba ayer por lo, por el lugar pasaron caminando El Gordo Luchi, Brian y Franquito. Y al ver a Emanuel frente al negocio, uno de ellos sacó una pistola calibre 9 milímetros y abrió fuego contra el frente de la granjita.
"Se la habían jurado y los muy bastardos se la cobraron. Lo mataron", relató una vecina que conocía el pibe asesinado, que vivía a unos cien metros de la granjita, por Centeno al 300. El ataque sorprendió a las víctimas desde uno de sus flancos y quedaron encajonados entre la línea de fuego y una pared. Fue un fusilamiento. Tomé recibió un impacto en cráneo, en la axila sobre el lado derecho y en la base del cuello. Miguel G., por su parte, recibió un balazo en el pecho.
"La ambulancia demoró un montón. Los gendarmes se pusieron delante del chico, que se estaba muriendo, y no dejaban que los vecinos nos acercáramos. Queríamos meter al pibe en el auto de un vecino, porque estaba claro que se moría. Y los gendarmes nos espantaban todo el tiempo", recordó indignada una vecina.
Nada se pudo hacer por la vida de Emanuel, mientras que Kelly fue trasladado al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez donde al cierre de esta edición seguía internado en estado reservado. Investiga el caso el fiscal Cimino con el apoyo de efectivos policiales de la seccional 16ª y la sección Homicidios.
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