Está detenido y procesado por la Justicia Federal como líder de una banda narco que operaba en el sur provincial bajo el amparo de la policía que comandaba Hugo Tognoli.
Carlos Andrés Ascaíni, el empresario de Villa Cañás procesado por la Justicia Federal por capitanear una banda narco en el sur de la provincia bajo protección de la policía santafesina, acusó con nombre y apellido a quienes le "armaron la causa", se definió como "un preso político" y dijo que hace cuatro semanas que está en huelga de hambre porque "es la única forma de reclamar y exponer las barbaridades que está haciendo el juez federal Carlos Vera Barros". Además, explicó que está preso "por no querer ensuciar a Hugo Tognoli" (el ex jefe de la policía de Santa Fe preso y procesado en la misma causa) y que no pide que lo liberen, sino que "lean las barbaridades que hay en el expediente" en el cual, acusados de conformar una empresa criminal conjunta dedicada a la venta de estupefacientes, también están presos el comisario Norberto "Beto" Fernández y el cabo Carlos Quintana.
Desde el penal porteño de Villa Devoto, Ascaíni habló a lo largo de media hora con el programa "Feos, sucios y malos" que se emite los lunes, de 21 a 23, por FM 103.3 Radio Universidad Nacional de Rosario. Entonces dio claras señales de ser un hábil declarante, como en la jerga se reconoce al detenido que tiene respuestas a todos los cuestionamientos. "Estoy en un módulo de conducta y tengo acceso a un teléfono público en el que la tarjeta dura ocho minutos", explicó. Y agregó: "No voy a desistir de la huelga de hambre. Ya bajé más de diez kilos. Lo único que pido es que lean la causa. Si tengo que pagar con mi salud para que eso pase lo haré. Después serán responsables de lo que me pase los integrantes de la Cámara Penal Federal de Rosario, la fiscal (Adriana Saccone) y el juez Carlos Vera Barros", indicó.
A la hora de acusar a los que, a su entender, "armaron la causa", mencionó al ex jefe de policía Cristian Sola, al ex ministro de Seguridad Leandro Corti y al subcomisario Alejandro Druetta, jefe de la Brigada Operativa de Drogas Peligrosas de la Unidad Regional VIII, quien lo detuvo el 8 de mayo de 2012 en un cruce de rutas del sur provincial. "Me estaban esperando para embagayarme", dijo.
—¿Por qué lo acusan?
— Contra mí no sé que tendrán, pero está claro que la causa está armada contra (Hugo) Tognoli. Eso es obvio. Es una causa que estuvo paralizada desde 2009 hasta 2011. En ese tiempo el juez federal Marcelo Bailaque no encontró pruebas para detener al ex jefe de policía o indagarme a mí. Y después, el juez Vera Barros le abrió la causa a la prensa. Eso no hubiera sido problema si nos hubiera dado la oportunidad de defendernos. En la causa no hay droga secuestrada y la poca que hay (algo más de un kilo que terminó siendo azúcar mezclada con 48 gramos de cocaína y analgésicos) es la que me plantó Alejandro Druetta (al detenerlo en mayo de 2012). Tiempo después, en abril de 2013, Vera Barros le dió otra investigación a Druetta y me plantó otros 2 kilos de droga en mi casa llevándose presa a mi mujer (Carina Leguizamón), que no tiene nada que ver con nada. Y todo eso porque yo no lo quise ensuciar y dejar preso a Tognoli.
— ¿La detención de su esposa se acumuló a su expediente?
— Cuando nosotros el 21 de marzo (de 2013) le expusimos a Vera Barros que si le daba una orden de un allanamiento a Alejandro Druetta y a su Brigada iban a plantar drogas en mi casa, no lo hicimos para que no investigue sino porque sabíamos que iba a suceder. El 21 de marzo lo expuse ante el juez y el 22 mis abogados le presentaron un escrito. El 5 de abril, como si fuera una burla, Vera Barros le dio la orden de allanamiento y hallaron la droga. Fue el oficial Delgado, que tiene cruces telefónicos con Cristian Solá (entonces jefe de policía de Santa Fe), el que entró a mi casa con un paquete abajo de la campera, según dijo un testigo. Eso fue una burla que nos lleva a pensar que el doctor Vera Barros mandó a Druetta (a colocar la droga en mi vivienda).
— ¿Por qué haría eso?
— Porque el doctor Vera Barros armó la causa. Alejandro Druetta es un protegido de la doctora Laura Inés Cosidoy (camarista federal de Rosario) y todo el mundo sabe que vivía a la vuelta (de la casa de la jueza), que fue su chofer y que el padre de Druetta trabajó con Cosidoy. Todo el mundo sabe que hace trabajos políticos como el que le hizo al senador provincial Héctor Aquino (en febrero de 2010 el chofer del legislador fue detenido en Villa Constitución por Druetta cuando iba en un auto en el que se hallaron 48 bochas de cocaína y 97 billetes falsos de 20 pesos). Es una persona que tiene variedad de causas abiertas y en su momento se las presentamos a (el juez federal Marcelo) Bailaque. Además de las amenazas al fiscal de Venado Tuerto Eduardo Lagos (quien denunció intimidaciones en agosto de 2012 y apuntó a la policía), por lo que allanaron la Brigada y secuestraron el celular de Druetta.
— Pero existen escuchas que lo comprometen a usted.
— En el operativo "Azúcar blanco", que es el que hicieron en Firmat, Villa Cañás y Venado Tuerto el 5 de abril del año pasado, dicen que tengo mensajes de texto de un teléfono que puede ser mío pero que no está secuestrado. Dicen que yo, en la Policía Federal de Venado Tuerto donde estaba detenido tenía un celular, que tengo llamados desde ahí y que manejaba todo. ¿Por qué no allanaron la Federal para ver si tenía el teléfono y lo secuestraban como prueba?
— ¿Conoce a Tognoli, a Quintana y a Fernández?
— No, a ninguno. Villa Cañás es un pueblo de 10 mil habitantes donde nos conocemos todos. Al cabo Quintana lo conocía de vista porque tyrabajaba en la seccional del pueblo pero yo no lo llamé al celular. Yo no tengo escuchas con él. Yo pasé por la comisaría y consulté personalmente por los dos autos que me estaban siguiendo (y que terminaron siendo de la Policía de Seguridad Aeroportuaria). Después lo que él hizo no lo sé. Tampoco hay conexión entre Quintana y Fernández o Fernández conmigo.
— ¿No llamó a Quintana para saber de quién eran los autos que lo seguían?
— No. Pasé personalmente por la comisaría. Me bajé y la verdad es que no recuerdo si estaba Quintana o quién estaba. Y les dije: «Mirá, desde las 13 que me siguen dos autos». Les di las patentes y el que me atendió me dijo: «Vamos a averiguar»". Todos los movimientos que hice están declarados, incluso me paró un control policial en el límite con Buenos Aires. Hicieron un acta y como no tenía pedido de captura ni nada a las 17 volví a mi casa. Siempre con los dos autos atrás. Incluso me bajé y hablé con ellos. «Che loco, ¿me estás siguiendo?», le dije. «Voy a llamar a la policía», les anuncié, y se mataron de risa. Tuvimos un cruce de palabras, pero no sé si la policía los paró.
— ¿Pero en la causa hay escuchas que lo comprometen?
— No hay escuchas. Yo a Fernández no lo llamé porque no lo conocía. Lo que hay en esa causa es un funcionario policial de apellido Ledesma que habla con la dueña de un cabaret de Venado Tuerto y le dice: «Si querés vender droga se la tenés que comprar a Ascaíni y darle 10 mil pesos a Tognoli». Después, al momento de declarar, ese funcionario dijo que era algo que había escuchado.
— ¿Usted hasta ser detenido el 8 de mayo de 2012 no tenía antecedentes por narcotráfico?
— Ninguno.
— ¿A qué se dedicaba?
— Tengo dos camiones con los que hacemos transporte de cereal. Somos una empresa llamada Transportadores Argentinos Asociados. Tenemos los camiones desde 2006 o 2007. Siempre trabajamos ahí. Las empresas piden un camión para hacer un trabajo y si está disponible se hace. Además tenemos un polirrubro que atiende mi mujer y vivimos de eso.
— ¿Por qué dice usted que es un preso político?
— Por las barbaridades que hay en la causa, porque están encubriendo a los policías. Desde el primer día denunciamos y aportamos pruebas de que no hicimos nada. Es muy claro que la Cámara Federal de Rosario está encubriendo a la policía porque sino deberían meter preso a Sola, a Corti, a Druetta. Hay falsos testimonios. A dos o tres meses de haberme detenido, Druetta declaró en la la causa que hay en Melincué que no me conocía ni tenía referencias de mí. Lo declaró en Melincué. Un año después declaró en la causa Tognoli que a él lo había mandado Sola, a instancia del ministro Corti, a detenerme. Hay dos declaraciones diferentes de la misma persona sobre el mismo hecho. Y esa no es la única anormalidad que hay en el expediente.
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