Brutal ejecución de un empresario narco y su joven acompañante en el acceso sur
Luis Medina tuvo la franquicia de Esperanto en Rosario y actividades ligadas a venta de autos. Recibió al menos diez tiros al ser emboscado a la altura de Ayolas. También murió una modelo.
Los elementos de criminalística serán claves para reconstruir la mecánica del hecho dado que, por lo aislado del lugar y la hora en que ocurrió el violento suceso, no se cuenta con testigos ni hay cámaras de vigilancia. En tal sentido se ordenaron pericias sobre los teléfonos celulares de Medina y su acompañante para rearmar sus últimos momentos.
Medina era un hombre millonario, que había hecho inversiones inmobiliarias y comerciales, algunas bajo su propio nombre y otras mediante testaferros. Estaba sindicado como el proveedor de drogas de Emanuel "Ema Pimpi" Sandoval, acusado por el ataque a la casa del gobernador Antonio Bonfatti. Por esa razón en la sede local de la Gobernación, el día después del atentado, prominentes figuras del gobierno lo mencionaban como posible ideólogo del violento suceso, algo que después esos mismos sectores relativizaron.
Medina era vastamente conocido por sus actividades ilícitas ligadas al narcotráfico como proveedor de puntos de venta en la zona norte de Rosario pero, salvo una detención en diciembre de 1999 por su pertenencia a una banda de traficantes, no fue perseguido penalmente en la provincia.
Acompañado. Cerca de las 6 de ayer Medina, de 42 años, conducía un Citroën DC 3 rojo por el acceso Sur. Lo acompañaba Justina María Castelli, de 23 años, una joven que en las redes sociales se presentaba como modelo y promotora de eventos a quien se vinculó sentimentalmente alguna vez con el futbolista Cristian Fabbiani.
Al parecer, Medina y la chica regresaban de un boliche o una fiesta. Cuando el auto atravesó Ayolas fue interceptado por un vehículo y en escasos minutos se desató una tremenda balacera. Hasta anoche, los pesquisas sólo tenían algunas hipótesis a partir de las huellas de los neumáticos del Citroën que quedaron marcadas en el pavimento del lado del conductor.
Presunciones. A partir de estos indicios, los investigadores presumen que un vehículo que iba adelante del auto de Medina le cerró el paso y lo forzó a despistarse. Quienes iban en este vehículo, o quizá en otro, abrieron fuego. Luego bajaron y lo remataron a balazos de calibre 9 milímetros. Eso se infiere porque quedaron cápsulas dentro del auto, lo que implica que el tirador introdujo la mano en el interior.
El cuerpo del empresario tenía 20 orificios de bala lo que implica que fue alcanzado por al menos diez disparos. Los proyectiles le atravesaron la espalda y perforaron la cabeza. La muchacha, vestida con un top, minifalda y tacos, recibió tres balazos mortales.
Fuera de control, el Citroën se desbarrancó a unos 200 metros de Ayolas, impactó contra un desagüe que pasa debajo de la Circunvalación y se incrustó allí. Un llamado al 911 alertó del suceso a la policía. Una camioneta policial arribó a los pocos minutos. Medina yacía sin vida en el asiento del conductor mientras que su acompañante estaba tirada en la calle a unos cinco metros del auto.
¿Por qué la joven apareció muerta fuera del vehículo? La hipótesis más sólida es que fue despedida por el impacto cuando el auto se estrelló contra un zanjón luego de que el conductor fue rociado a balazos. Otra posibilidad es que los atacantes la hayan hecho descender.
"Estamos intentando ubicar a la persona que llamó al 911", señaló el fiscal Nº 3 Carlos Covani, a cargo de la investigación, quien anoche indicó que la pesquisa no tiene por el momento autores identificados y por ello tampoco motivaciones.
Seguido. "El auto que Medina usaba normalmente era un Mercedes Benz AGM y no el Citroën en el que iba. Por lo que uno supone que tuvieron que haberlo seguido desde que se subió porque ese vehículo no podía ser reconocido como suyo", dijo ayer a este diario un conocido de la víctima.
En la escena del crimen los policías recogieron veinte vainas calibre nueve milímetros desparramadas en la calle. Las dos ventanillas del Citroën, de dos puertas, no estaban levantadas, lo que puede ser indicio de una conversación previa entre Medina y sus atacantes. Otra posibilidad es que el auto no tenía el aire acondicionado prendido y por lo tanto los cristales estaban levantados.
No son las únicas dudas de los investigadores de la sección Homicidios, a cargo de la pesquisa. La falta de testigos por lo aislado del lugar no había permitido hasta anoche avanzar en la investigación del hecho. "A unos cien metros al oeste hay viviendas separadas entre sí y del otro lado está el río Paraná", explicó un vocero policial.
Negocios. A partir de la finalmente trunca apertura del boliche Esperanto en Rosario (ver aparte), las actividades de Medina comenzaron a objetarse públicamente. Sin embargo, su abogado Carlos Varela refutaba esas versiones y sostenía que sólo era un hombre de negocios que hace dos años no estaba en la ciudad, aunque mantenía intereses vinculados a la compra y venta de autos.
Medina tenía a su nombre la firma Yasmin SRL, empresa dedicada a la venta de autos que fue inscripta en 2011. El registro lo hizo junto a su compañera Daniela Ungaro.
La jueza que no fue a la escena
La ausencia de la jueza de Instrucción María Luisa Pérez Vara en el lugar de un crimen de trascendencia pública generó malestar entre los actores del Poder Judicial que sí acudieron. La magistrada, que es la afectada al turno semanal, no pudo ser ubicada por teléfono y eso generó complicaciones porque a poco del inicio de la pesquisa hubo que librar órdenes de acción que requerían la firma del juez. Finalmente, la superioridad le delegó las actuaciones a la jueza Raquel Cosgaya y hoy la Corte Suprema analizará iniciar un sumario contra Pérez Vara. En el caso trabajan el fiscal de grado Carlos Covani y el fiscal de la oficina NN Marcelo Vienna.
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